#SeAcabó el avaricioso glamour misógino
La forma de actuar de los machos, vulgarmente llamados “hombres sin humanidad”, que piensan que tienen barra libre en la vida y que los cuerpos de las mujeres, los niños y las niñas están a su entera disposición para satisfacer sus deseos, caprichos y alguna necesidad es una constante desde hace milenios. Cambiar eso está costando muchísimo.
La liberación sexual del macho herido de masculinidad se dio hace milenios y se mantiene por los entramados políticos, culturales y de ocio encarados a satisfacer a un hombre que parece ser se creyó que tenía una misión divina. Esa misión divina era subyugar a las mujeres, a la infancia, a otros hombres que consideran inferiores y a la Naturaleza, y algunos hombres todavía creen en estas chorradas porque no son capaces de entender que no son ni más ni menos que las mujeres y otros hombres y que a la Infancia hay que atenderla y cuidarla, y que si se sigue socavando a la Naturaleza nos podemos quedar sin comida en breve.
En 1960 hubo un contubernio científico-religioso-médico-mercantil y aparecieron en el mercado algo que llamaron “las píldoras anticonceptivas”. Las mujeres tenían la posibilidad de eludir los embarazos, podían elegir cuándo quedarse embarazadas y podían tener y mantener relaciones sexuales consensuadas sin el miedo a un posible embarazo. Eso no gustó a algunos hombres.
A la par a los hombres se les hizo el regalo de una exposición constante de los cuerpos de mujeres que vino dada por unas revistas que duraron décadas en occidente y que unificaron la pornografía con artículos periodísticos.
Los centros de esa época, los 80 en España, de machos muy machos, como son los talleres mecánicos, los camioneros, los almacenes de carga y descarga y demás espacios de machos muy machos, tenían las paredes repletas de posters de mujeres en bikini o en topless “porque a los hombres machos muy machos es necesario alegrarle la vista constantemente”, y nada mejor para alegrar la vista de un macho bien macho que una mujer guapísima en cueros.
Y es que, para estos machos, eso era/es “ser hombre” empaparse de las revistas que vendían: “si eres un hombre rico y exitoso, tienes derecho a todas las mujeres que desees” decían para conmemorar la hombría que se manifestaba públicamente. Los atentados contra la libertad sexual de la mujer y a su consentimiento estaban a la orden del día.
Las mujeres estábamos/estamos expuestas a los juicios machistas constantemente, estábamos/estamos completamente desprotegidas a sus tocamientos y manoseos y si rechazábamos/rechazamos esas conductas éramos/somos tratadas de “exageradas, histéricas, deberías estar feliz porque te hacen caso, siempre ha sido así, estás mal follada…” y demás expresiones utilizadas para desviar la atención hacia la agredida y no poner el foco en el agresor.
Ese hombre macho muy macho que venía de trabajar y tenía que ser atendido por la mujer, ya sea su esposa, madre, hija, hermana, que le ha mantenido la casa limpia y ha cocinado por arte de magia, debía mostrarse sumisa ante el macho que ha venido, someterse y exponer su cuerpo para que, con ganas o no, sea manoseado por esas manos de ese macho sin escrúpulos. Ahora esos machos se están revolviendo en su propia bilis porque están viendo cómo ya no se le hace tanto caso.
Años 70 del siglo XX
Las mujeres entraban en las universidades, el concilio Vaticano II no pudo frenar las emergentes formas familiares que dejaban atrás el tradicional “papi, mami, hijos”. Se hablaba de “la revolución sexual” sin saber exactamente qué era eso. Lo que sí se estaba notando una quiebra en la sociedad que iba dejando atrás la palabra “prestigio”.
A la mujer se le vendió que tener un “esposo de prestigio” tapaba los golpes y las amenazas que recibía, esos agresores machistas ejerciendo la violencia en todas sus características amparándose en que “como soy rico y tengo prestigio puedo hacer con el cuerpo de mi esposa lo que me dé la gana” fue una seña de identidad entre algunos hombres poderosos. Por siglos a estas “esposas” no se les ayudó a salir de esa situación porque se les decía: “tienes que estar mal si te quejas porque te pega, tienes de todo, no tienes de qué quejarte. Cómo es posible que te estés quejando si vives como una reina”.
Que este tipo de relaciones humanas no se caracterizaran por sus componentes afectivos sexuales y sí por los estatus de poder atentan constantemente contra la libertad sexual de las mujeres objetivo de estos machistas.
El machismo y la misoginia se imbrican para formar sociedades en las que no se tiene que cuestionar el poder del macho de la especie homo sapiens.
Estos atentados contra la libertad sexual de la mujer han tenido un protagonismo esencial en la economía de las diversas sociedades. Que las mujeres tuvieran el encargo de la parte privada de la sociedad, llevando adelante las casas, las familias, los hijos, con esas labores que han venido a llamarse “las labores propias del hogar” ha supuesto que los hombres no hayan tenido que pagar salarios y jornales por las atenciones y cuidados que han ido recibiendo durante siglos.
Estos machos se han esforzado mucho en gritar que son los proveedores de recursos, protección y cuidado por siglos. Lo que han hecho ha sido perpetuar un sistema de esclavitud que aún hoy en día se sigue viviendo. Los cuidados de la casa, las responsabilidades que eso conlleva, la crianza de los hijos con las responsabilidades que eso conlleva no ha sido remunerado nunca. Se han abandonado las mujeres a ese coto privado llamado “el hogar” y se les ha dicho que aparte de mantener la casa limpia y cocinar, llevar los hijos adelante, porque de ello depende el estatus y prestigio del marido, también tienen que satisfacer los deseos/necesidades/caprichos sexuales del marido, que para eso se les paga el mantenimiento y viven en una casa “digna”. Si no tienen a bien subyugarse a esos deseos/caprichos sexuales, que se atengan a las consecuencias sociales que hasta hace bien poco consistía en un voraz ostracismo.
Esos hombres que se autoproclaman generosos porque a su mujer la tratan como una criada, que exhiben una insolidaria contribución económica y que encima va presumiendo de que “llevan los pantalones en casa” hay que desenmascararlos ya que llevan siglos acostumbrados a una esclavitud que últimamente les ha dicho “tiene manos, hazlo tú”.
Demostrando la inutilidad de los machos heridos de masculinidad
Desde hace siglos, las sociedades, las religiones, las filosofías y las instituciones políticas han venido diciendo que las mujeres están para complacer a los hombres en todo lo que se les pida. En cuestiones sexuales la literatura está llena de esperpentos que por un módico precio no dudan en hacer recomendaciones para “satisfacer sexualmente al hombre en la cama”.
Se ha insistido mucho a través de los siglos que estos hombres machos de masculinidad herida necesitan mantener relaciones sexuales por encima de sus posibilidades. Para ello se montó todo un entramado empresarial que se está retroalimentando constantemente con la premisa “no se habla de eso”. A las mujeres los “filósofos más sabios” ya dijeron que nuestra mayor virtud era nuestro silencio.
El Aristóteles, faro filosófico de los misóginos, dijo en “Política” con su gran intelectualidad e inteligencia (modo ironía):
(1254b13–15)…el macho es por naturaleza superior y la hembra inferior; uno gobierna y la otra es gobernada; este principio de necesidad se extiende a toda la humanidad.
En los tres primeros siglos del cristianismo (siglos I-III de nuestra era) se formaron las bases de lo que hoy se llama “religión cristiana”. En el primer siglo la transición de un estado politeísta a uno monoteísta supuso la utilización de las mujeres, sobre todo las viudas, para hacer efectiva la labor de adoctrinamiento en ese monoteísmo que poco a poco iba imponiéndose. Las famosas cartas de Pablo de Tarso dejaron las bases de “cómo tenía que comportarse las mujeres en esta nueva religión emergente”. El resto de mensajes escritos que hay (cartas, encíclicas, discursos, homilías, oraciones, motu propio, exhortaciones apostólicas, constituciones apostólicas, catecismo, biblia, etc.) desde hace dos milenios están encaminados a mantener que la mujer está por debajo del hombre porque así lo ha querido un amigo imaginario llamado dios.
En otros lugares del planeta estas cuestiones no iban muy distintas. Países como Afganistán, que no dejar ir a las niñas a los colegios, e Irán que ha propuesto un estricto código de vestimenta a las mujeres, India que con su milenario sistema de castas en que la mujer, da igual de qué casta sea, se encuentra el abismo de la tradición de los matrimonios concertados. Es la posición cómoda de la política machista, poner a la mujer como inferior al hombre y someterla bajo el yugo de “tú eres la que pare, tú eres la que tiene que criar y cuidar”, para justificar sus conductas ponen unos instintos divinos y biológicos por medio “porque no hay nada más científico que ser machista y misógino” (modo ironía).
Las olas milenarias del androcéntrico patriarcado
Al feminismo se le reconocen tres olas desde el siglo XIX. Al patriarcado ni se le consideran “olas”. El control político y social del patriarcado lleva instalado en el planeta Tierra desde hace milenios.
Una rama del androcentrismo (creencia, ideología, actitud, concepción de la realidad que parte de la idea de que la mirada masculina es la única posible y universal, es la organización política dominada por el hombre) es el patriarcado.
- El androcentrismo es la actitud que considera al hombre (el macho de la especie homo sapiens) como medida de todas las cosas del universo. Es la visión cultural del hombre como centro del mundo.
- El patriarcado es el sistema de dominio institucionalizado que mantiene la subordinación e invisibilización de las mujeres y todo aquello considerado como “femenino”
El androcentrismo es un enfoque unilateral que ha dominado la producción de los discursos en diferentes esferas, ideológicas, culturales, sociales, empresariales, académicas, sanitarias, deportivas, de ocio, artísticas, etc., y son lugares donde la potestad la lleva el hombre en su totalidad y el rol de la mujer queda excluido y oculto. Esta exclusión supone una infravaloración social de todo lo femenino ya que lo relativo al hombre es identificado o valorado como lo normativo y lo que hay que ensalzar. Se configuró una mano de obra femenina subsidiaria conducente a la relegación y subordinación de las mujeres en la familia.
El androcentrismo, y su mano política el patriarcado, están constituidos por dos pilares esenciales como son la dominación y la jerarquía social. La dominación se perpetró sobre tres ejes, sobre las mujeres, sobre la familia (mujeres e hijos) y entre los propios hombres (jerarquías).
Esta ideología de la dominación de los hombres sobre las mujeres es un sistema de poder institucionalizado que mantiene la subordinación e invisibilización de las mujeres, se perpetúa y se traspasa intergeneracionalmente a través de la comunicación social en todas sus vertientes y para ello se invierten muchos recursos humanos, económicos y cualquier elemento disponible para defender su estatus.
Las diferentes composiciones de las ciudades estado milenarias con sus filosofías y sus religiones han estabilizado esta actitud machista dándole forma, fundamento, justificación, objetivos, estrategias, técnicas, historia, presuntas épicas literaturas, ideologías religiosas, y demás parafernalias socio-política-culturales-religiosas. Todo estaba enfocado a pensar, actuar y sentir que “las mujeres eran incapaces intelectualmente de tomar decisiones importantes por sí mismas” y los hombres estaban ahí para tomar las riendas de los ciclos vitales de las mujeres, la infancia y los esclavos.
Amparados en un sistema social en el que los hombres tienen el poder primario y predominan en roles de liderazgo político, autoridad moral, privilegio social y control de la propiedad se ha creado una sociedad, con diferentes expresiones culturales según la zona geográfica del planeta, en el que este sistema de creencias, estático y tradicional, determina los lugares y las posiciones en la estructura y organización de la sociedad, para hombres, mujeres y la infancia. Esta situación de desigualdad estructural basada en un sistema de creencias supremacistas y sexistas se reflejan en las normas de género y roles de género asignados socialmente. Los ideales patriarcales explican y justifican ese dominio atribuyéndolo a las inherentes diferencias “naturales/sexuales” entre hombres y mujeres. Los hombres pretenden construcciones lógico-simbólicas masculinas, en lo que a veces se intuye como una venganza contra lo femenino, que niega y reprime la potencia social de las mujeres. Esos hombres se apropian de autoridades autoimpuestas hace siglos para crear una construcción artificial elaborada sobre una supuesta necesidad material que dicen natural que ha marcado la evolución de la especie humana con un sesgo de desigualdad. Este sesgo de desigualdad proporciona la negación de la experiencia femenina en todos los ámbitos humanos.
Las sociedades humanas basadas en el dominio masculino ejercen una opresión sobre las mujeres y la infancia basada en la repetición incesante de gestos y ritos sin ningún contacto con la realidad. Esta opresión tiene varios objetivos, entre ellos se encuentra esa idea casi divina de “dominar la naturaleza” y la preparación de las mujeres para aceptar su situación mediante técnicas que inducen el miedo, la falta de confianza en sí mismas y la aceptación de lo inaceptable. La imposición por la fuerza a la mujer de unas características que le impiden desarrollar su ser natural, su desarrollo vital, cognitivo, social y biológico es un instrumento más “para domesticar la naturaleza salvaje de la mujer”. Se empieza atribuyendo a las mujeres unas características propias innatas, en general negativas que engarzan con los mecanismos por los cuales las mujeres están subordinadas a esas instituciones controladas por la ramificación ideología, que incluye la política, la cultura, la religión, el ejército, la industria, la economía, etc. están dispuestos desde hace muchos siglos a la ocultación, represión y menosprecio de la experiencia femenina y en la construcción de un orden simbólico encargado de mantener esta ocultación. Eso se manifiesta en esos sistemas de organización en el que las posiciones de poder, ya sean, el económico, político, religioso y militar están sustentadas exclusivamente o mayoritariamente por hombres, ejerciendo una violencia sistemática y estructural hacia la mujer. Sus formas se adaptan y cambian dependiendo del momento histórico y zona geográfica moldeando al individuo y produciendo la subordinación de las mujeres.
Estos poderes que subordinan a las mujeres revelan sus objetivos mostrando unas relaciones entre hombres y mujeres de manera que éstas estarán en una posición de sumisión; en el eslabón más bajo de la sociedad que las explota laboralmente de formas que van desde lo más sutil a lo más evidente. Esto se consigue estableciendo normas sociales, por las cuales los comportamientos de hombres y mujeres se diferencian, insistiendo en que el derecho del hombre está por encima de la mujer, y ello se refleja en el contrato sexual/matrimonio y provocando enemistar a las mujeres con otras mujeres. Se educa a las mujeres orientándolas hacia estudios que desembocan en la obtención de empleos poco remunerados y poco valorados socialmente con el objetivo de preservar la integridad y la identidad masculina desprestigiando a la mujer en nombre de la propia sexualidad.
Los hombres se apropian de la fuerza de trabajo de las mujeres y de otros hombres que no figuran como aspirantes a líderes patriarcales. De las mujeres en el ostracismo de “las tareas del hogar” y la explotación laboral, sexual y reproductiva, el dominio de otros hombres se ejerce con la explotación laboral y con las complicidades delictivas. De esas formas, a veces muy sutiles, el adoctrinamiento ha sido tan efectivo y eficaz durante estos últimos siglos que el hombre, lo masculino y la masculinidad son considerados fuente única o primordial de sabiduría y autoridad, las experiencias masculinas son las preeminentes, las normativas, las imitables, las deseables. El hombre se ha atribuido unos derechos innatos, la justificación de esos derechos dentro de los valores del parentesco normalmente están sostenidos por la religión, por la falsa creencia de que hay unos objetivos divinos que hay que cumplir.
Hoy como ayer
Históricamente, las mujeres eran tomadas como botines de guerra, utilizadas como objetos para el placer sexual de los guerreros, lo que fue transformado en un tipo de comercio sexual, en el que las mujeres indígenas de América, Asia y África son las principales víctimas.
El sistema patriarcal consume una ideología machista con estrategias sexistas. Esas relaciones de poder jerárquicas, en las que adjudica a las mujeres y a la infancia la sumisión y la subordinación y a los hombres el poder y el dominio atraviesan las sociedades y las culturas. La estética androcéntrica se expone con los valores, comportamientos, y aportaciones masculinas. Se construye un “Deber ser” en las mujeres y un “Deber ser” en los hombres que se va inculcando desde el mismo momento del nacimiento. Se vende un “valor” del hombre y un “valor” de la mujer que da cuenta sobre los esfuerzos que hoy en día están haciendo para mantener, por parte de algunos hombres, el estatus de poder.
Las redes sociales vomitan los mensajes de algunos hombres que consideran que “tienen mucho valor”. Estos hombres están constantemente menospreciando a las mujeres con unos discursos encaminados a proporcionar falsos argumentos a ese colectivo de hombres que se siente maltratado por el feminismo. La ofensiva que montó este colectivo de hombres heridos por sus propias teorías de la conspiración se inició por seguir los pasos que la iglesia católica marcó respecto a los Estudios de Género, empezó a llamar a los Estudios de Género “ideología de género” que, según ellos, no hay que tenerla en cuenta.
Estos mensajes mantienen los estereotipos que las diferentes ideologías religiosas propagan para conservar el poder que tanto gozo les ha dado a lo largo de los siglos.
En 2004 el protector de pederastas el prefecto Joseph Card. Ratzinger escribió la “carta a los obispos de la iglesia católica sobre la colaboración del hombre y la mujer en la iglesia y el mundo”
El “problema de la cuestión femenina” es algo que está siempre en la mesa de la religión misógina. No pueden soportar que la mujer tome la rienda de su vida, su cuerpo, su sexualidad y la capacidad, con ayuda de productos farmacológicos, de elegir cuando quedarse embarazada.
Este tipo de cartas que emergieron por parte de los líderes de ideologías religiosas se emitieron porque ya se estaban organizando a nivel mundial “El camino de la Igualdad”, algo que no concordaba con los ideólogos misóginos que se revuelven cuando oyen eso de la “igualdad”.
En 1995 se celebró en Beijing la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer promovido por la ONU. En esa conferencia se llegaron a unos acuerdos y unas resoluciones en asuntos de Igualdad ya que ahí se produjo un punto de inflexión para promover objetivos de igualdad y desarrollo.
Algo que los que presumen que “no quieren ni machismo ni feminismo, quieren igualdad” no se han leído, ni siquiera saben que existen estos acuerdos internacionales como les pasó a un nefasto político español cuando le preguntaron si sabía qué era el Tratado de Estambul.
El poder en el patriarcado puede tener origen divino, familiar o fundarse en el acuerdo de voluntades empresariales, pero en todos estos modelos, el dominio de los varones sobre las mujeres se mantiene.
La virginidad, el matrimonio, la maternidad, la heterosexualidad, son una forma de dominio y control donde el sexo femenino es la víctima por excelencia.
La religión, la filosofía y el capitalismo va fomentando la afirmación misógina del hombre como portador de espíritu y razón, mientras que la mujer es configurada como incapaz de tener la capacidad intelectual o física del ser masculino.
Ejemplos patrios y no patrios de la misoginia actual
https://www.instagram.com/p/CxSznZuIgeI/
Conclusión
El misógino glamour está sintiendo perturbaciones en la fuerza. Los discursos que pregonan igualdades de chichinabo están en las redes sociales como “grandes muestras de intelecutalidad”. No hay nada nuevo, el misógino sigue actuando y comportándose como si sus cosas inhumanas fueran lo más importante del universo.
Discursos exaltando la pederastia, la prostitución, anulando a la gente que forma el colectivo LGTBIQ+, denostando a grupos de mujeres como las “amas de casa”, indicando cómo tiene que vivir la gente en base a sus ideas misóginas es una constante. Algunos de estos discursos se esconden en una especie de elegante literatura que a la que se le hace el mínimo examen da cuenta de que no es más que la pataleta del niño caprichoso y mimado al que le han quitado el juguete.
Bibliografía:
https://www.glamour.es/articulos/luis-rubiales-beso-jenni-hermoso
https://www.aceprensa.com/cultura/hugh-hefner-y-playboy-machismo-detras-del-glamour/
https://zaguan.unizar.es/record/10957/files/TAZ-TFM-2013-169.pdf
https://dspace.uib.es/xmlui/bitstream/handle/11201/155134/Carreno_Ramon_Aurora.pdf?sequence=1
https://ddd.uab.cat/pub/papers/papers_a2013m7-9v98n3/papers_a2013m7-9v98n3p489.pdf
http://servicio.bc.uc.edu.ve/multidisciplinarias/estudios_culturales/num15/art04.pdf
https://ddd.uab.cat/pub/educar/0211819Xn29/0211819Xn29p91.pdf
https://rua.ua.es/dspace/bitstream/10045/68913/1/Feminismos_29_12.pdf
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5736267
http://repositorio.puce.edu.ec/handle/22000/10401
http://prodiversa.eu/wp-content/uploads/2020/03/Guía-Deconstruyendo-Patriarcado.pdf
https://ddd.uab.cat/pub/educar/0211819Xn29/0211819Xn29p91.pdf
https://www.europeana.eu/es/exhibitions/the-pill/the-early-days-of-the-pill
https://matimatarredona.medium.com/la-ideología-cristiana-a9973d7f8fcf
https://www.ritimo.org/El-lugar-de-las-mujeres-en-la-India
https://www.vatican.va/content/vatican/es.html
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https://www.inmujeres.gob.es/areasTematicas/Internacional/ConferenciasNNUU.htm
https://revistascientificas.us.es/index.php/Ambitos/article/view/22034/20546