Sí, la cultura de la violación existe
Los defensores de la cultura de la violación existen porque la cultura de la violación sí existe, hacen una labor social en defensas a la pederastia y los agresores sexuales. Estos personajes están ampliamente diseminados en las redes sociales de manera anónima o no, otros consideran que tienen la valentía de hacerlo a cara descubierta.
Uno de los muchos ejemplos que circulan por las redes sociales de cómo se justifica la cultura de la violación lo tenemos en este ser, me niego a llamarlo hombre, humano ni persona.
La transcripción de lo que ha dicho:
“Cuando comprendes la historia de una persona, y comprendes de dónde viene, los traumas y las cosas que vivió, igual puedes entender una violación. Pero si eres incapaz de ver más allá de la cara del tío violándote, pues no lo vas a entender. Tú conoces bien a tu hijo, sabes la sombra que tiene, el corazón que tiene y todo. Imagínatelo con dieciocho años y un día está bebiendo con una chicha para aquí, para allá, y se le va de las manos y la viola ¿qué hacemos? ¿Le cortamos el cuello? ¿Tú se lo hubieses cortado a más de uno? ¿Tú crees que para Dios vale más la vida de tu hijo que la de otro ser humano? ¿Por qué vale más para ti? Porque tu ego ¿no? Dice esto es mío y esto es para mí”.
Entender las relaciones afectivo sexuales como una expansión de lo macho en donde las protagonistas son la violencia y la dominación porque hay que valorar al macho por encima de todo, que ese macho humano puede hacer lo que le dé la gana porque se sabe protagonista y que podrá culpabilizar a la víctima de cualquier cosa que se le ocurra porque él no se considera responsable de un ataque sexual que ha perpetrado, él considera que tiene el poder y es su derecho el someter a mujeres, otros hombres y los niños/as en cuestiones sexuales. Por ese motivo “tenemos que comprender al violador más allá de toda…”.
El sexo agresivo y la violación como forma de humillación, control y poder sobre las mujeres, la infancia, las personas con discapacidad, la clase trabajadora, las personas del colectivo LGTBIAQ+ es una constante en la historia. En algún punto de la historia se instauró una relación de dominancia masculina donde el resto de personas tenían, y tienen, que mostrar sumisión. La reproducción sistemática de una violencia estructural de género que discrimina a más de la mitad de la población y repite una violencia sexual justificada en una presunta “biología” que indica que en el caso de la mujer sólo está para parir y cuidar la prole, de las personas con discapacidad han sido muchos los esfuerzos a lo largo de la historia para esterilizarlos, asesinarlos o arrinconarlos en el ostracismo, con respecto a las personas LGTBIAQ+ los mandatos religiosos han impuesto unos “pecados” que dependiendo de la zona geográfica y del siglo vivido podían ser más o menos crueles, con respecto a las clases sociales trabajadora ni qué decir que eso de tener derechos empezó relativamente hace poco, y así se podría ir argumentando cómo el masculino dominante ha impuesto su sexo por encima de las personas, es el discurso que se estableció desde diversos sectores sociales como la religión, la literatura, la política, el derecho, la medicina incluso el ocio.
La cultura popular amparada en un sistema de justicia patriarcal eleva el lenguaje misógino a verdad divina o biológica, según el público, a despersonalizar el cuerpo de las mujeres, embellecer toda violencia sexual ejercida a la mujer, y a valorar el cuerpo de la mujer en función del grado de excitación masculina que pueda elicitar. Esto trae unas consecuencias como la incapacidad de las mujeres a tomar decisiones sobre su propio cuerpo, descalificar a cualquier mujer que ose denunciar que han ejercido sobre ella violencia sexual antes, durante y después del acto de agresión sexual. Enaltecer la figura del agresor sexual arguyendo un presunto amor romántico.
Relaciones afectivo sexuales
Las agresiones sexuales y las violaciones no tienen que ver con las relaciones afectivo sexuales, aunque se manifieste una conducta sexual, nada tiene que ver con el sexo, la sexualidad y la intimidad.
La literatura académica está influenciada por un énfasis en: “La violencia sexual es un problema complejo arraigado en desigualdades de poder, género y normas culturales perjudiciales para la mujeres, Infancia y personas del colectivo LGTBIAQ+”. El problema es complejo porque va más allá de las relaciones sexo-afectivas, implica una serie de negocios, costumbres, hábitos sociales, graves problemas laborales, delincuencia, botines de guerra, mutilación genital femenina y masculina derivadas de supersticiones religiosas, matrimonios con niñas forzados y un largo etcétera de conflictos de intereses políticos, legales y culturales.
Una forma de desvincularse del problema que es la cultura de la violación es deshumanizar a los agresores sexuales llamándoles monstruos, enfermos y cualquier calificativo que ponga distancia entre “ese hombre que no hace el delito de violar o agredir sexualmente” y el delincuente sexual. La inmensa mayoría de hombres se siente ofendido cuando se le exponen datos objetivos que indican que la violencia sexual contra las mujeres es real y que en la mayoría de los casos de estas agresiones sexuales no se denuncian porque la sociedad ha puesto todos los impedimentos posibles para que no salgan adelante judicialmente estas denuncias.
Esta mayoría de hombres ofendidos porque “ellos no son violadores”, no son capaces de decirle al compañero de trabajo de turno que ha tenido una frase soez con alguna mujer “mira, córtate un poco”. No, incapaces de decir a otro hombre que se comporte como una persona lo único que pregonan es cuánto se sienten ofendidos porque “ellos no son violadores”, pero forman parte de esa cultura de la violación a la hora de tapar a los delincuentes sexuales.
El malvado feminismo
El feminismo es un movimiento que se utiliza para que el discurso victimista del machismo, la misoginia y la homofobia que emana de la ultraderecha y el nacionalcatolicismo para que vaya calando en los hombres.
El movimiento feminista que aboga por la igualdad total entre las personas tiene vertientes políticas, sociales, económicas, legislativas, educacionales, científicas y filosóficas. El principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre se va abriendo camino en la sociedad y lo hace de una manera no lineal. A veces, en algunos países, se consiguen grandes logros legales y a la par en otros países se consiguen verdaderos retrocesos sociales en lo que a la mujer se refiere. Para que se produzca el avance o el retroceso influye cómo ve la sociedad de ese entorno geopolítico cuestiones como la religión, la cultura y la sociedad en su conjunto para que las denuncias y reivindicaciones del movimiento feminista tenga acogida o rechazo.
El movimiento feminista no se reconoce si no están incluidos sectores de la sociedad como las personas con discapacidad, el colectivo LGTBIAQ+, la clase obrera y las personas de diferentes etnias. No se concibe el movimiento feminista sin que salga a relucir la historia de las mujeres que llevaron adelante los movimientos sociales y obreros.
El tema es que la ideología de estructura patriarcal tiene influencia en la política, la economía, la cultura, la filosofía y la religión entre otras cuestiones sociales. Que desde tiempos inmemoriales se considere que la construcción de género, que algunos respaldan con sustratos biológicos de macho y hembra, ha otorgado derechos al hombre y se los ha quitado a la mujer argumentando “un orden natural de las cosas” que se han inventado y que no tiene ninguna fundamentación.
El patriarcado se caracteriza por conceder privilegios a los hombres (el género masculino) oprimiendo a las mujeres (el género femenino). Se apoyan en la biología porque consideran que las personas con pene merecen un trato superior y diferenciado. Las personas que tienen vagina no merecen ese trato privilegiado así que cualquier cosa que les pase no necesita una excesiva atención. La ideología estructural y transversal patriarcal tiene consecuencias en la política y en la economía. Durante milenios se ha esforzado mucho y ha invertido muchos esfuerzos y recursos para hacer creer que sus ideas son “fruto del estado natural de las cosas”. Las herramientas al alcance del patriarcado han sido la religión, la filosofía, la política, la judicatura y en algunas ocasiones la ciencia. Los hombres iban acaparando los espacios sociales y públicos desterrando a las mujeres a ser “las amas de casa” completamente subyugadas a los caprichos y deseos del hombre de turno. Por milenios a las mujeres se les ha prohibido la escritura, la lectura y la educación, y según el patriarcado la mayor virtud de la mujer es el silencio.
Esta ideología se afianzó durante siglos en eso que llamaron “costumbre social” cuya estrategia era expulsar a las mujeres de la política, las instituciones, universidades, justicia, cultura, y demás, así que de una manera muy insistente la mujer ha estado fuera de la medicina, la sociología la psicología, la filosofía, la religión y la ciencia en general porque el androcentrismo imperante indicaba que el hombre (el macho humano, el masculino) era el origen, el centro y el destino en todas las disciplinas.
El machismo es la exteriorización y dignificación fruto de la ideología patriarcal, son las acciones y omisiones, visibles o invisibles, que sustentan la opresión de las mujeres. Es difícil de identificar y categorizar ya que sus ideas y procederes se han “confundido” con el orden natural de las cosas. Todavía no hay consenso social que recrimine y por supuesto que se legisle para evitarlas.
La misoginia es la aversión, el rechazo y el odio a las mujeres, considera que las mujeres no tienen los derechos fundamentales que tienen los hombres por considerarlas inferiores y le atribuye a la mujer exclusivamente el rol de la reproducción de la especie humana, el cuidado de los hijos y limpiar la casa (me niego a llamarlo hogar). Mantener la subordinación, el sometimiento sexual, la violencia y el crimen contra la mujer “díscola” forma parte de las artimañas misóginas.
Esta tríada (el patriarcado, el machismo y la misoginia) es la que mantiene la estructura de la cultura de la violación. Entre las estrategias para lograr ese objetivo se encuentran la minimización de la violencia sexual contra las mujeres, la infancia y el colectivo LGTBIAQ+, las descalificaciones a la víctima de la agresión sexual por su comportamiento, vestimenta, lugar geográfico anterior, durante y posterior al hecho delictivo, una idea del agresor relacionado con el amor romántico y un embellecimiento de la violencia, un silencio cómplice de la sociedad que junto con el impacto de los mitos y prejuicios se influye a favor de perpetuar y reproducir la violencia sexual contra las mujeres.
Históricamente, hasta los años 60 del siglo pasado que se comercializaron los anticonceptivos femeninos, la norma en relación al cuerpo de las mujeres era que las mujeres no tenían capacidad de tomar decisiones sobre su propio cuerpo. La sociedad religiosa impedía que la mujer mostrara su agencia corporal, tampoco se permitía que personas del colectivo LGTBIAQ+ se desarrollaran plenamente en su ciclo vital, el estigma de “la desviación” estaba por encima de la persona. El considerar que la labor de la mujer era exclusivamente la reproductora dio al traste con grandes esperanzas en las artes, las ciencias, la filosofía y la cultura en general. Las mujeres con algún grado de discapacidad tenían muchas probabilidades de que fueran esterilizadas. Esta nueva situación no gustó a la cultura europea cristiana, mantener a las mujeres en la zona privada de la casa con la limpieza y cuidado de hijo, a la par que mantener a las personas LGTBIAQ+ fuera de las zonas sociales era una prioridad, para ello no dudaron en usar cualquier artimaña a su alcance.
La judicatura y la cultura de la violación
Septiembre 2017
Mayo 2024
Mayo 2024
Mayo 2024
Esta campaña del ayuntamiento de Almería se retiró, en redes sociales hubo quien decía que esto es por culpa de la lay Sí es Sí, otros que del ministerio que pagó esa campaña, otros que “fue una serie de negligencias”, la cuestión es que en campañas contra la cultura de la violación, lo que sea denostar la Ley Sí es Sí hace que algunos hagan caja por no querer, repito, QUERER comprender qué significa el consentimiento sexual.
Se vanaglorian de haber reducido la condena porque “la ley se lo exige”, cuando está claro que son en muchos casos los jueces los que han aprovechado esta inquina contra la ley del consentimiento sexual lo que ha provocado su rechazo y dejando libres a agresores sexuales hacen presión social ante un sector político determinado.
Tenemos los acuerdos para rebajar las penas que son realizados por los atenuantes que se consideren.
Sí, lo sé, sesudos juristas nos dicen que cuando hay un acto de acuerdo entre las partes porque los agresores reconocen el delito, se asume las indemnizaciones y se inscriben a cursos se está cumpliendo con la misión reinsertiva de la penitenciaría española. Sí, España tiene una misión carcelaria para la reinserción, el punitivismo queda fuera.
Literatura de las leyendas ejemplificantes
Según Terencio Varrón, pasado por Agustín de Hipona, y resumiendo mucho, hubo una votación para ver quién tendría el patronato de Cecropia (hoy Atenas) Atenea o Poseidón, por un voto ganó Atenea. Poseidón se pilló tal cabreo que inundó el Ática, privó a las mujeres del voto, y prohibió que los hijos llevasen nombres metronímicos, y así estamos. Ya los mitos y leyendas nos ponen en aviso de los cabreos que se pillan los machos cuando no consiguen lo que quieren, eso sí, eso de la furia de las mujeres es el top de la maldad, según los sesudos literatos de la historia.
Da igual que la leyenda diga que Atenea aportara el olivo, eso no importa, importa que no hay que molestar al macho de turno, si es un dios o hijo de un dios menos hay que molestarle.
De esta forma lo machos que elevan la cultura de la violación exaltan sus discursos en las redes sociales e incluso en medios de comunicación.
Y como no los mitos cinematográficos con sus depredadores sexuales como líderes.
O estos cambios bruscos de un supuesto país avanzado y que está dando paso a una atroz pederastia.
Y ahí está el meollo de la cuestión, estos machos frágiles consideran que su erección, y la satisfacción de esa erección vial vaginal, es lo importante en ese momento. Considerar que “merecen” eyacular cuándo y cómo ellos quieran dentro de la vagina de una mujer que les está diciendo que paren, indicando con vehemencia que es nuestra responsabilidad que ellos concluyan su erección y así se expresan.
Consignas que se repiten para mantener su estatus de aspirantes a violadores.
El victimismo de los machos es exuberante.
Las cifras de los violadores nada tiene que ver con las violadoras, pero llorar machismo es una labor existencial para esta tropa.
Llevamos siglos de lastre de que no crean a las mujeres cuando han contado sus experiencias sexuales dañina perpetradas por uno o más hombres, siglos. Que los testimonios de las mujeres sean poco o nada creíbles, echar la culpa a la mujer por que provoca por cómo va vestida, como baila, como habla o cualquier cosa que quieran inventarse. En un ambiente amigable estos hombres machitos con masculinidad herida cuentan jocosos cómo insisten a sus parejas mujeres hasta que ceden para practicar el coito que a ellos les soliviante sin pensar en la afectividad de ella. Tenemos que ser cómplices silenciosas de como los hombres los educan para ver a los mujeres como objetos que sólo sirve para sus satisfacciones sexuales. Les molesta mucho que se les llame machistas y cómplices de la cultura de la violación porque para estos hombres es un derecho inherente a ellos el tener sexo con quién, cuándo y cómo ellos quieran, ahí la mujer nada tiene que decir.
Unos machos violan, abusan, acosan, y los otros callan. Los que callan son cómplices. Y estos hombres tan machos son los primeros que a los violadores y agresores sexuales cuando acaban en la cárcel claman para que sean agredidos sexualmente, así no se rompe el círculo de la cultura de la violación. Día a día vemos como los depredadores sexual descalifican, cosifican, y tratan de locas, de mentirosas, de exageradas y demás justificaciones de su hombría que parece ser se basa en ser superior a las mujeres. Mientras normalizan y justifican la violencia sexual contra las mujeres con ejemplos tan graves como el siguiente
Conclusión
Estamos en una fase social en que hay que estar explicando constantemente qué es el consentimiento. Parece que muchos no comprenden que estar activamente de acuerdo con realizar actividades de índole sexual con una persona adulta y responsable pasa por respetar sus ritmos, sus límites, sin presiones, sin manipulaciones y sin la influencia de alcohol o drogas.
El consentimiento se da libremente, es entusiasta porque se desea, es específico porque decir sí a algo no significa aceptar otras prácticas. Es importante informar de las situaciones como anunciar que hay que ponerse un preservativo. Todas estas circunstancias son reversibles porque se puede cambiar de parecer en cualquier momento. Una cuestión del consentimiento es que nunca debe darse por sentado por comportamientos anteriores, la ropa que se lleve o dónde se haya ido.
La mayoría de hombres, que ni por asomo se les ocurre forzar a una mujer, que tienen unas relaciones afectivo sexuales sanas, ya sea con parejas estables o esporádicas, no están plenamente convencidos de la existencia de la cultura de la violación. Consideran que los hombres que son capaces de agredir sexualmente a una mujer son monstruos o enfermos o algo parecido. Y no, no son monstruos, son hombres.
A veces es complicado dar el consentimiento directa y verbalmente. Incluso puede parecer desalentador, vale la pena intentar verbalizar frases como “sí quiero”, o un “probémoslo”, hacer comentarios positivos de lo a gusto que te sientes también suele ser un bien aliciente. Hay que tener cuidado con las señales físicas porque pueden ser malinterpretados o ignoradas, usar palabras para asentir o para negar es la mejor manera de proseguir o parar la situación. Verbalizar “No”, “Para”, “No quiero”, “Debo pensarlo primero” o “¿Podemos hablar de eso luego?”, “Eso no me gusta, prueba esto”, “No me siento bien” o “Preferiría…” a la vez que se apartan las manos de la pareja u otro tipos de movimientos para parar alguna práctica en concreto es muy conveniente llegado el momento. El consentimiento de alguna práctica se puede retirar en cualquier momento y si las señales no verbales no resultan efectivas mejor comunicarlo verbalmente.
Hay que recordar constantemente que el consentimiento sexual se da libremente, es entusiasta, específico, se brinda estando informado y es reversible. Considerar cuestiones como “Mi cuerpo es mío y es mi derecho decir sí o no a todo lo que entra en contacto con él”, por eso mismo hay que ser conscientes que hay unos mitos sexuales muy arraigados entre los que se encuentran: “la ausencia de un no es un sí”, “estar en una relación de pareja supone barra libre para hacer cualquier práctica sin consentimiento”, “guardar silencio, no poner resistencia, estar inmóvil es dar consentimiento” y nada de eso es dar consentimiento.
La responsabilidad por buscar el consentimiento recae en la persona que busca o inicia cualquier actividad sexual y es su responsabilidad que para que el consentimiento se mantenga la comunicación debe ser fluida para seguir con la práctica sexual. Si la respuesta es no, silencio, neutral o cualquier cosa que no sea un “sí”, se debe parar de inmediato.
Atropellar la libertad sexual de las mujeres, de la infancia, personas pertenecientes a diferentes etnias, personas de clase trabajadora, de personas con discapacidad física, sensorial y/o intelectual y de personas pertenecientes al colectivo LGTBIAQ+ ha sido una constante en la historia humana. La forma de abordar estos problemas está cambiando y sobre todo está siendo objeto de estudio desde varias perspectivas. La libertad sexual es un bien cuya protección no se ha expresado de una manera adecuada y satisfactoria, de momento.
El dar protagonismo al consentimiento, algo que no se le daba aunque muchos juristas digan que sí, ha supuesto un avance y un fenómeno social. Durante muchas décadas el consentimiento “se ha dado por sentado” en áreas como el derecho, la política, escritos académicos, y demás artículos. Un ejemplo del “sentido común del consentimiento” que no es tal, lo encontramos en textos como el que sigue
A veces asumir el significado de los conceptos en base a la RAE no es buena idea, el consentimiento es uno de ellos. Y por supuesto que el consentimiento atañe a todas las personas, TODAS. Volviendo al texto anterior, ojalá, OJALÁ fuera tan sencillo que una mujer maltratada “decidiera no dar el consentimiento a su pareja para ser golpeada”. Reducir así de absurdo temas tan complejos tiene una base de ideología de la extrema derecha y sus nacionalcatolicismos que se están instaurando en diferentes países, su objetivo es volver a tener el cuerpo de la mujer bajo el mando del marido, el cura y el dictador de turno.
El consentimiento sexual está poniendo de manifiesto que la comunicación a veces, muchas veces, ha sido escueta mientras se han mantenido relaciones sexuales. El consentimiento es un acuerdo entre personas para tener relaciones sexuales. En esas relaciones sexuales la comunicación es primordial, algo que no se ha tenido en cuenta sobre todo en las parejas estables.
La noción de consentimiento sexual actual ha venido a trastocar la cultura de la violación.
Bibliografía:
https://www.inmujeres.gob.es/publicacioneselectronicas/documentacion/Documentos/DE1981.pdf
https://fakali.org/wp-content/uploads/2023/07/Breve-guia-para-entender-EL-CONSENTIMIENTO.pdf
https://consentzine.com/assets/consentimiento_zine.pdf
https://cnnespanol.cnn.com/2023/08/25/que-es-consentimiento-sexual-por-que-es-importante-orix/
https://www.unwomen.org/es/news/stories/2019/11/compilation-ways-you-can-stand-against-rape-culture
https://addi.ehu.es/bitstream/handle/10810/48999/TFG%20_Samaniego%20Crespo.pdf?sequence=2
Si había que usar a Platón para asentar sus prejuicios se usaba, que para eso era Platón.
Cada uno de nosotros no es más que una mitad de hombre, que ha sido separada de su todo, como se divide una hoja en dos. Estas mitades buscan siempre sus mitades. Los hombres que provienen de la separación de estos seres compuestos, que se llaman andróginos, aman las mujeres; y la mayor parte de los adúlteros pertenecen á esta especie, así como también las mujeres que aman á los hombres y violan las leyes del himeneo. Pero á las mujeres, que provienen de la separación de las mujeres primitivas, no llaman la atención los hombres y se inclinan más á las mujeres ; á esta especie pertenecen las trihades. Del mismo modo los hombres, que provienen de la separación de los hombres primitivos, buscan el sexo masculino. Mientras son jóvenes aman á los hombres; se complacen en dormir con ellos…
El Banquete, Platón