Paciente paciencia

Mati Matarredona
2 min readMar 25, 2019

--

Violet Evergarden, Kyoto Animation

Esta entrada participa en #relatosPaciencia siendo los anfitriones @divagacionistas.

35 años de paciente, sí, yo misma me infecté esa enfermedad. Algo que de vez en cuando me cuesta mucho gasto energético y recursos cognitivos. En esa enfermedad se desencadenan tantos sentimientos encontrados que a veces mis ojos sufren nistagmus. Es tal el torbellino sináptico que me embarga, que parece que se para el tiempo.

Una promesa emergió, una bella canción del Camarón, me prometí a mí misma que estaría con esa persona que cantaba siempre, mi siempre, quería ser su compañera vital. Salió bien, o no tan bien, según días.

Recuerdo con cariño a mi suegra, yo tenía unos 18 años: “Déjalo dormir”, decía toda enfadada. 25 años después se lo dije: “Usted lo sabía, sabía que el dormir o no era importante”.

Tuve que meterme a estudiar Psicología para que mi mente no se rompiera, para que tuviera un hilo con la realidad que había más allá de las puertas de mi casa. Las supuestas “travesuras de un adulto” a veces eran difíciles de aguantar. Sé que he sido su amarre con la realidad. Me consta que me ama por encima de todo. Hemos dejado tres testigos de nuestra convivencia. Testigos que por un tiempo “dudaron de mí”, ahora no. Ahora están pendientes de movimientos misteriosos.

Los movimientos misteriosos sin que haya ningún misterio es la adicción a la más absoluta nada más absurda que he visto. Pero algunos “lo tienen”. Algunos demuestran la más absoluta veneración por los misterios. Cuando empecé a darme cuenta era demasiado joven, demasiado ignorante e inculta para percatarme de la más voluntariosa nada que había detrás.

Por ensayo y error iba aprendiendo hasta que estallé. Salió al exterior el más “absoluto todo”. Ya no se podía consentir los caprichos de un niño chico que es adicto a los misterios. Si eso ha supuesto y será un freno de mano para el futuro, ya lo sé, pero de ahora en adelante se acabaron los misterios, se acabó el “no se lo digas a…”.

La voluntad imperiosa de la autodestrucción se ha tropezado conmigo. El más absoluto caos conductual ha llevado a “travesuras”, que se han quedado ahí porque “no da para más”, cosa que a veces he pensado que ha sido “una bendición”.

Realidades que se han complementado con vivencias que me han llevado al abandono más vital entre sus brazos. Paciente por vivir esos abrazos que envuelven el más preciado sentir.

--

--

Mati Matarredona
Mati Matarredona

No responses yet