Nadie se atrevía a molestar al silencio

Mati Matarredona
21 min readFeb 12, 2023

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Imagen de Christopher Ross en Pixabay

El silencioso cáncer que ha supuesto las agresiones sexuales y las violaciones a las mujeres a lo largo de la historia se rompió a partir del año 2000, se marcó una línea que a muchos no les ha gustado.

Las mujeres hemos dicho que ya está bien de estar calladas ante las tropelías sexuales que cometen contra nosotras. Nos han dicho por los siglos que nos tenemos que callar “si queremos ser buenas mujeres”. Nos han dicho por siglos que tenemos que sentirnos orgullosas si somos acosadas, increpadas e insultadas cuando vamos por la calle. Nos han dicho que tenemos que sentir orgullo de ello y que si no nos increpan por la calle es que no estamos dentro del canon de belleza establecido y que demos gracias si podemos casarnos.

Somos las mismas que fueron presa, botín y moneda de cambio en las guerras, somos las mismas que hemos tenido que limpiar, alimentar y vestir a los masculinos heridos por siglos y siglos. Ahora nos toca hablar. Las mujeres han roto el silencio: hablan, lloran, cantan, gritan, escriben, marchan y protestan

https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-50610467

Hemos decidido vivir sin miedo, entonando sones arcanos que nos llevan a una sanación que no nos ha concedido la sociedad.

https://www.youtube.com/watch?v=VLLyzqkH6cs

Mientras que esa sociedad que tiene que estar ahí para proteger a todos los ciudadanos una buena parte esta maraña humana que tendría que estar para el avance de todos, se enroca en unos llantos interesados porque no quieren perder su “presunto control social”. Convertir a los violadores y acosadores en víctimas forma parte de esa Filosofía aliada de la misoginia y la religión. La judicatura, los medios de comunicación, empresas y otros sectores sociales reman para legitimar la violencia contra las mujeres. Periodistas ávidos de morbo deseosos de pagar lo que sea necesario para que unos violadores relaten en horario infantil cómo han destrozado la vida a una mujer. Los periodistas ya se preocuparán de decir que el pobrecito violador ha tenido la mala suerte de caer a violar a una mujer que ha decidido no callar, ha decidido denunciar, ha decidido pasar el terrorífico trance de los interrogatorios, de las escépticas frases que repiten una y otra vez porque “si mientes vas a la cárcel”.

Estos violadores han tenido la mala suerte de violar a mujeres que visten como quieren, que no se averguenzan de emborracharse y que salen solas con amigos y amigas o no. A estas mujeres esos mensajes de que las mujeres tienen que tener/ser/estar el canon establecido por esa filosofía misógina aliada de la religión no les interesa. Esa mujer sabe que si un violador se cruza en su camino lo va a denunciar, pese a quien le pese. Esa mujer sabe que si un violador no asume las consecuencias jurídicas que se desencadenan tras la agresión porque el victimismo del victimario está mal acostumbrado, es hora de cambiar eso. Una mujer que sabe que si, que durante la violación le entra el pánico y puede que no pueda ni luchar ni huir, así que mostrará sometimiento total, porque sabe que si se resiste puede que le maten. Esa mujer que sabe que será grabada mientras la violan y que esas imágenes llegarán a todos los rincones de las redes sociales, que tanto los jueces, como los periodistas como los empresarios que pagan las publicidades harán negocios con ello, harán que la mujer violada se revictimizar una y otra vez, sí, eso lo sabe la mujer violada y está dispuesta a pasar por ello para quitar de las calles a un agresivo violador para que no lo haga de nuevo durante algunos años.

Esa mujer que sabe que en unos pocos minutos le ha cambiado la vida, esa mujer sabe que no se va a sentir segura cognitivamente durante mucho tiempo, y que incluso estando en un ambiente conocido y tranquilo se le desencadenará la taquicardia y la respiración dificultosa porque cualquier estímulo será desencadenante de una ola de recuerdos que no la dejarán tranquila durante semanas. Cuando pase vuelve a empezar. Encima los aliados de los victimarios se burlan cuando alegan que tienen el poder judicial, político, mediático de su parte, y absolverán a los violadores que consideren necesarios y si son policías o soldados más aún, porque para eso estamos las mujeres, para satisfacer los caprichos de los violadores y agresores, encima se les seguirá pagando el jornal. Los hombres también reciben su parte de comunicado, a ellos se les dice que pueden violar a las mujeres, eso sí, si lo hacen en grupo ya tienen un precios parcto de caballeros para toda la vida. Si se graban las violaciones es importante que se pasen las imágenes para que las masturbaciones viendo esa violación sean fructíferas.

La cultura de la violación y su complementario la cultura de la impunidad tiene que seguir con sus mensajes de que:

“las culpables de las violaciones son las putas de las mujeres que van provocando a los hombres. Cuidado con las histéricas feministas que odian a los hombres, los buenos hombres son los violadores y los medios de comunicación los presentarán como héroes que han sufrido por haber caído en manos de una mujer que ha osado denunciar la violaciones”.

Una legislación deficiente, y unos mitos nocivos sobre la violación y unos estereotipos de género generalizados desembocan en la impunidad endémica de los violadores en todo el planeta.

https://youtu.be/vPXXhpILrKs

La sociedad y sus cosas

Cuando sucede un hecho delictivo como una violación o un homicidio, las redes sociales de los perpetradores violadores u homicidas tienen el papel activo de la defensa de su “protegido”. Los violadores se llevan el premio mayor en estos menesteres, padres, madres, esposas, hijos, hermanos, amigos, y demás conocidos, suscriptores en las redes sociales, y seres pululantes alrededor de alguien que han cometido un delito se afanan en decir “lo buena persona que es ese violador y/u homicida”. Si encima, el que ha cometido el delito es famoso, por lo que sea, “famoso” sin más, la avalancha de defensores ya es inaudita. Los medios de comunicación se alían con el morbo y en base a una “libertad de expresión” mal entendida las televisiones y las emisoras de radio, unido a los directos y podcast que se van emitiendo en internet a través de las redes sociales, se llenan de opinólogos que con opiniones sin criterio, con profesionales sin profesión y sin justificación de los bulos que emiten, sólo por la supuesta concesión que da una “primicia” aunque sea un bulo compiten en una una rivalidad fantasiosa por ver quien es el primero en decir la barbaridad más grande de la víctima, a ver quién dice el agasajo más grande hacia el presunto delincuente y a ver quién gana más dinero con un hecho delictivo, sí, los humanos somos así de inhumanos a veces..

El derecho a la libertad de información es un derecho fundamental reconocido en el artículo 20 de la Constitución Española y en la mayoría de constituciones de los países del planeta. También los derechos al honor, a la intimidad y a la propia imagen son derechos fundamentales y, por ende, están igualmente amparados por la protección constitucional, lo cual puede suscitar dudas acerca de cuál de ellos debe prevalecer en caso de conflicto.

Y sí, incluso los agresores sexuales y homicidas tienen derecho al honor, la intimidad y todo eso, sí.

Cuando se está juzgando un delito que por su gravedad o por sus implicados se hace mediático, la prensa bordea los límites de la libertad de información y el derecho al honor y la intimidad. Los medios de comunicación se dedican a relatar y a mostrar unas exégesis de textos y comportamientos de los implicados en el juicio, acusados, defensores, fiscales, acusaciones e incluso los jueces.

La información que estén difundiendo los medios de comunicación tiene que ser veraz, ya que es el elemento garante de la constitucionalidad, la veracidad de lo que se diga es el primer fundamento que tenemos que enfocar. Los hechos que los medios de comunicación de trascendencia pública se separan de lo que la libertad de expresión alega “como opinión”.

Los derechos a la libertad de expresión y a la libertad de información pueden ser ejercidos por distintos sujetos, tanto los ciudadanos como los medios de comunicación. No obstante, el alcance de estos derechos no será igual para ambos-

Los ciudadanos son titulares de los derechos a la libertad de expresión y a la libertad de información. El derecho a la información es un derecho de todos los ciudadanos, pero para lograr que sea efectivo se precisa de un sujeto que nos transmita la información, de un profesional de la información y presuntamente estos profesionales están éticamente ligados a que lo que transmiten tenga veracidad, algo que desde hace algunas décadas no estamos contemplando, son muchos los periodistas y medios de comunicación masiva encargados de la difusión de bulos más que de información veraz.

El pasar el límite

Así las cosas estamos en una especie de todo vale que se producen unas osadas limitaciones que como en alguna ocasión he dicho, las mujeres ya no vamos a consentir y lo vamos a denunciar. Un ejemplo es la sentencia del Juzgado de lo Penal 2 de Cartagena que condenó a tres años de cárcel al director de un diario digital ultra derechista, Josele Sánchez, por publicar varias fotografías de la víctima de La Manada de Pamplona y difundir sus datos personales.

Esta sentencia obliga al periodista a pagar 3.000 euros de multa como autor de un delito contra la integridad moral en concurso con un delito de descubrimiento y revelación de secretos. Además, deberá indemnizar a la perjudicada con 15.000 euros, de los que responderá subsidiariamente la mercantil Sureste Prensa Editorial S. L., de la que depende la web donde fueron publicadas las fotografías.

En mayo de 2018, el acusado, usando un pseudónimo, difundió a través de su página web una publicación bajo el título Yo no te creo que contenía “datos de carácter reservado que afectaban a la privacidad” de la joven, tales como su nombre y apellidos, su domicilio, su DNI, el centro donde cursaba sus estudios universitarios y dos fotografías.

El juez reconoce que es “perfectamente lícito estar en desacuerdo con cualquier acto de los poderes públicos”, como es el caso de una sentencia. “Ello forma parte de los estándares democráticos propios de un Estado de Derecho”, admite. “Pero, desde luego, no resulta amparado por la ley el empleo de términos hirientes o lacerantes ante quien resulta ser víctima en un delito contra la libertad sexual”, razona. “Y menos aún, la publicación de fotografías de claro contenido sexual y la difusión de datos de identificación de la víctima”. las expresiones usadas por el periodista “son claramente vejatorias” y añade a que la publicación del nombre, apellidos, domicilio y universidad de la víctima “carece por completo de relevancia para la opinión remitida”.

Difundió los contenidos “a sabiendas de su carácter ilícito” con el propósito de vejar a la víctima, denostarla y que los defensores de los violadores supieran dónde tenían que ir a molestar a la mujer.

Le salió mal al Josele.

Otro “señor” también estuvo dando la nota soltando datos privados. Un ex militar también tuvo sentencia en noviembre de 2022. El exmilitar acepta una condena por difundir imágenes de la víctima de La Manada. No entrará en prisión, pero deberá pagar una multa de 1.320 euros e indemnizar a la mujer con 20.000. Pero resulta que es el foro el que se hará cargo de pagar la indemnización

https://www.publico.es/mujer/foro-exmilitar-publico-fotos-victima-manada-tendra-responder-no-paga.html

Así pues, tenemos un ejemplo actual de cómo los defensores de los violadores con sentencia firme se despachan en las redes sociales y medios de comunicación contra la víctima porque “consideran que se ha cometido una injusticia” y para ello no dudan en cometer delitos o faltas administrativas.

Así las cosas parece ser que algunos fanáticos de los violadores con sentencia firme, no consideran que la víctima tenga dignidad y derechos, consideran que la injusticia que se ha cometido con esos delincuentes sexuales al condenarlos con sentencias firmes necesitan de sus “opiniones” estén encaminadas a vilipendiar, denostar y humillar aún más a la víctima.

La víctima

La víctima es esa cosa que el delincuente utiliza para satisfacer sus caprichosos deseos. La víctima es esa persona física que directa o indirectamente ha sufrido daño o el menoscabo de sus derechos producto de una violación de derechos humanos o de la comisión de un delito.

Desde 2008 que se lanzó al ruedo de la literatura un ensayo llamado “Crítica a la víctima”, se ha dado una vuelta de tuerca a lo que significa “ser la víctima”, con esa carga cristiana de que el sufrimiento enaltece, ponen en el centro un presunto resentimiento de la víctima que no deja avanzar al futuro, y se quedan tan tranquilos. Sí, volvemos, o mejor dicho, continuamos con esas filosofías éticas basadas en el “calla, por muy jodida que estés, calla”.

Ponen a la misma altura a una mujer violada, a una madre que han matado de una paliza grupal a un hijo, al político que vende invadir un país con mentiras o al periodista ese que se tira al suelo porque es un sinvergüenza forma parte de los objetivos de estos pseudofilósofos escorados hacia la misoginia.

https://www.dailymotion.com/video/x70vv9q

A eso lo llaman ideología de la víctima y que suponen con una filosófica ética inhumana es un freno social. Con alegorías mitológicas pretenden dar aire a unas autoridades que no quieren dejar de tener el control social. si para ello hay que humillar a las víctimas, a las verdaderas víctimas, no hay problema, el caso es que los victimistas sigan teniendo la autoridad en sus “cosas”.

La víctima no es un héroe, es una persona a la que en un momento dado le frenaron su desarrollo vital, y la mayoría de las veces la sociedad no ha ayudado a esa persona a que pueda seguir adelante con su vida por sus propios medios cognitivos, afectivos y conductuales tras el freno que tuvo.

Pero claro, tenemos unos filósofos que han metido mano en “la ética” y no van más allá de “sentir que son los faros sociales que abren camino hacia el futuro”, así están estos pseudofilósofos en su afán de un protagonismo social y académico.

La idea de que a las víctimas se les ha santificado es una burda burla. Ojalá se haya santificado a las víctimas de violaciones, víctimas de las guerras, de las tropelías de las empresas, de las difamaciones, del terrorismo, de la mafia, de las prácticas bancarias, de los conductores borrachos que provocan accidentes de tráfico, de los cocainómanos que trabajan en la bolsa, de los narcos, de jueces interesados y prevaricadores, de las agresiones cometidas porque el racista de turno se envalentona, las agresiones cometidas a personas LGTBIQ+, a las personas que no pueden ni decir que han sufrido algo porque tienen alguna cuestión cognitiva que les impide declarar su situación, y demás delitos que se cometen y que destrozan desarrollos vitales, ojalá.

Algo que esa filosofía misógina unida a la religión no quiere es que se hable de verdad de las víctimas, las víctimas están para usarlas en determinados asuntos geopolíticos y económicos.

Cuando se quiere mover ficha política se usan a las víctimas, el terrorismo es una fuente de víctimas cognitivas, sanitarias, psicológicas y médicas, es una elección acertada, como estamos viendo en España con ETA a la hora de captar adeptos a causas de la extrema derecha. Cuando se quiere tirar por tierra leyes que protegen a las víctimas de violaciones, agresiones sexuales y abusos sexuales, ahí están los jueces soltando a violadores y agresores sexuales encarcelados para denostar la ley y utilizar a las víctimas como moneda de cambio del miedo. Esos mismos jueces que “vieron jolgorio” en una violación grupal están soltando a violadores de la cárcel porque han hecho una interpretación torticera de una ley que por primera vez pone la víctima en primer lugar.

Eso sí, se afanan diciendo que “las víctimas no son héroes”, no interesa que las víctimas sean héroes. Las víctimas son moneda de cambio. Quién ha puesto de héroes a las víctimas, quién ha elevado a rango de verdad revelada que las víctimas han sido elevadas a héroes.

Eso sí, los victimistas sí que gritan que son héroes, que son los protagonistas de la más absoluta nada, lo gritan, lo chillan, lo escriben, lo declaran en sede judicial, hacen editoriales periodísticas, artículos periodísticos con elucubraciones llenas de unas justificaciones a la cobardía brutal. Así estamos, los sesudos que dicen se dedican a la ética denostando a las víctimas, cuestionando los momentos de horror que han vivido, dudando con un interesado escepticismo de las consecuencias que han desencadenado esos momentos de horror. Eso sí, escribirán y escribirán sobre las aristotélicas tesis de causas y efectos derivadas de acciones inhumanas cometidas y perpetradas a otros humanos para engrandecer una Ética que falla precisamente en la Ética.

La categoría de víctima no está santificada. Las víctimas no son mártires religiosos. Poner el adjetivo de “resentidos/as” a las víctimas como la gran verdad revelada que los ilustres charlatanes exhiben como freno social es estar muy desconectado de la realidad.

El vuelo filosófico que está en los relatos pseudoacadémicos de presuntos ilustres, amparados en su profesión de profesores de universidad, no aterrizan en el suelo, vuelan alto en el ámbito de la Ética que ellos formulan y hacen que se justifiquen obscenas barbaridades inhumanas cometidas por intereses geopolíticos. La banalidad del mal y las literaturas de Freud dan soporte a la más absoluta nada que pone a las víctimas en el hoyo aún más de la desesperación.

La banalidad del mal, ese concepto que afirma que personas capaces de cometer grandes males o atrocidades pueden ser gente aparente y perfectamente «normal» es un concepto filosófico devenido de los juicios a los oficiales nazis. Así que, de golpe, los filósofos se dieron cuenta que las atrocidades no las cometen “monstruos”, las cometen hombres y mujeres “normales”. Vaya, tanta filosofía para dejar de creer en los monstruos es algo que choca.

De golpe se han dado cuenta que horribles crímenes, tanto en conflicto bélico como no, se ve una concatenación de individualidades encaminadas a conseguir unos objetivos, sean los que sean. Así que si nos movemos en otros ambientes no tan colectivos, como puede ser la violación grupal a una mujer, en la que la mujer siempre es la perversa y malvada provocadora de los hombres buenos y dispuestos a demostrar su hombría a la primera de cambio, o esos hombres dispuestos a matar a sus hermanas al tener la creencia irracional de que se ha producido una ofensa grandísima porque se haya hablado con algún chico y el crimen de honor ni está tipificado jurídicamente. Eso sí, como Freud habló en sus venidas arriba cocainómanas de cuestiones misóginas, pues nada, se le tiene en cuenta para considerar las situaciones actuales de las víctimas en un mundo social que ni por asomo se le hubiera ocurrido a Freud que pasaría algo como la internet.

Poner resentimiento en las víctimas es no dar paso a la justicia, es no dar paso a solución de problemas, en su mayoría graves, sociales, cognitivos y colectivos. Decir que el imaginario de la víctima es quedarse de víctima en todo el desarrollo vital es estar muy desconectado de la realidad. Esta lógica capitalista de lo que son las víctimas lleva a tener como víctimas a los banqueros que han estafado millones de dólares/euros a personas que no tenían casi ahorros, a los violadores y agresores sexuales, a los políticos y jueces que sacan a los violadores de las cárceles haciendo interpretaciones interesadas de las leyes, poner de víctima a los promotores de los conflictos bélicos y los señores de la guerra.

Mientras tanto, tenemos a millones de víctimas olvidadas, denostadas, sin el consuelo de la justicia, sin la honestidad de la reparación sanitaria, sin nada más que el ostracismo interesado porque unos poderosos “no pueden ir a la cárcel por muchos crímenes y delitos que hayan cometido”.

La víctima pasa a ser una variable más que cumple una determinada funcionalidad en el seno del devenir social (capitalista). La víctima tiene que cumplir su misión, misión que ni la propia víctima sabe, a igual que sea la de satisfacer una necesidad poderosa de demostrar el poder en una violación, la de conseguir una licencia de una mina aunque eso conduzca a millones a una guerra, la de legislar a favor de miserables avariciosos que ponen los beneficios bancarios por encima del bienestar de las personas de su país, etc.

La víctima ha perdido el derecho a el honor, a la intimidad, a que se valore el esfuerzo que hace por seguir adelante en su ciclo vital. La víctima no tiene siquiera asistencia sanitaria a no ser que denuncie la agresión. Así las cosas, no extraña que políticos como José María Aznar se sientan orgullosos de haber participado en la invasión de un país con unas mentiras interesadas, una decisión que provocó que tuviéramos unos atentados terroristas de los cuales aún algunos políticos están sacando rédito. Y las víctimas de esos atentados sin consuelo, las víctimas de esa invasión perversa a ese país están dispersas por todo el planeta con unas consecuencias completamente imprevisibles.

Voces amparadas en la ética filosófica interesada que elevan ensayos al rango de academia dejando detrás principios aplicables a la reparación, incluidas “la restitución, la indemnización y la rehabilitación” de víctimas. Estos pseudofílósofos que olvidan que las víctimas deben ser tratadas con humanidad y respeto de su dignidad y sus derechos humanos, y han de adoptarse las medidas apropiadas para garantizar su seguridad, su bienestar físico y psicológico y su intimidad, así como los de sus familias. El Estado debe velar porque, en la medida de lo posible, su derecho interno disponga que las víctimas de violencia o traumas gocen de una consideración y atención para que los procedimientos sanitarios (físico y psicológico) jurídicos y administrativos destinados a hacer justicia y conceder una reparación no den lugar a un nuevo trauma. Para estos presuntos humanos que vuelan tan alto en la esfera filosófica, que no contemplan la realidad como es sino como se la hacen ver las “mitologías”, tienen la nevera llena, tienen cubierta la visita al médico, tienen un supuesto trabajo estable y no, ellos no son víctimas, ni lo serán.

Pseudofilósofos con sesgo misóginos que muy adultos se han dado cuenta que los perpetradores de los delitos más horribles no son monstruos, son humanos haciendo cosas inhumanas.

Conclusión: Qué dice la Victimología de las víctimas

Resulta que en la teoría de la Victimología, la ciencia que estudia a las víctimas, es una rama de la criminología, aunque algunos que se consideran criminólogos no contemplan la ciencia de la Victimología. Hay corrientes de clasificación según las distintas formas de otorgar prevalencia a la víctima.

Al criminal se le ha dado por los siglos halos de “inteligente”, el criminal ha sido la gran preocupación, motivo de admiración y referente social en algunos aspectos. Que la identificación con el infractor sea casi automática ha producido muchos sesgos cognitivos en las diversas sociedades a lo largo de los siglos. Se admira al criminal, una de las frases en español es “…ha tenido huevos a cometer tal o cual delito”, en vez de decir, “Tuvo la cobardía de realizar tal o cual delito”. Se ha visto cómo se puede llegar a ser un pseudohéroe con la delincuencia. No nos identificamos con el lesionado, el maltratado, el estafado, el violado. Aceptar la vulnerabilidad es de valientes.

Cuando se inició el estudio de esta disciplina y la víctima pasó a ser el objeto de estudio y análisis se vio dos puntos de vista: el comportamiento individual de la víctima y la función de las relaciones sociales de la víctima y el infractor o autor del delito. La víctima es esa cosa que completa el diagnóstico del hecho delictivo.

Los tres planos de estudio: el biopsicosocial, el criminológico y el jurídico contempla tres aspectos que no se complementan.

– El plano biopsicosocial, en él se incluyen los casos en los que no existe delincuente y se estudian todos los factores que producen la existencia de esa víctima. Aquí algunos autores ponen de ejemplo las víctimas de accidentes laborales, no hay “un delincuente” que provoque el daño. .

– El plano criminológico, en él se incluyen los casos en que la víctima surge por su relación con un criminal. En este plano se tienen en cuenta los puntos de vista terapéuticos y preventivos de las víctimas.

– El plano jurídico: en él se incluye la relación de la víctima con la ley penal o civil. Incluiría los casos de indemnizaciones de daños y perjuicios. En estos diferentes planos se engloba tanto a las víctimas delincuentes como no delincuentes, es una Victimología general no sólo penal.

Se interpreta la víctima en tres niveles:

  • Individual.
  • Conductual.
  • General.

Tipos de víctimas:

Según Antonio Beristain

Según Mendelsohn

  • Enteramente inocente. La persona que no ha hecho nada y se convierte en víctima.
  • Provocadora. Incita al hecho criminal mediante su conducta.
  • Por ignorancia. Sin desearlo impulsa deliberadamente a otro al crimen.
  • Voluntaria. Provoca su propia victimización.
  • Agresora. No es en realidad víctima. Puede ser imaginaria o simuladora. Más culpable que el agresor.

Incluso hay otras clasificaciones de “víctimas” que dan cuenta de lo “machos que son” los que han hecho esos escritos. Siguen con estigmas impuestos en manuales “de victimología”:

  • La falsa víctima o víctima imaginaria es la que simula un hecho delictivo para perjudicar al victimario de manera intencional; por ejemplo, una mujer que denuncia y acusa falsamente a su marido de violencia doméstica como mecanismo de retaliación ante una solicitud de divorcio. Está lleno de estafas al seguro con “falsos víctimas”, pero claro, es mucho mejor poner en los manuales que son las mujeres las que hacen las denuncias falsas por denunciar al marido en un proceso de divorcio.

En las clasificaciones hay una que llaman “víctima ideal”, son las víctimas accidentales e indiscriminadas, los atentados terroristas, accidentes de tráfico son las “víctimas” ideales, sí. Incluso, en la clasificación se tiene a “la víctima participante” porque tiene un papel en la génesis del delito, sí, ahí está la “víctima con la minifalda que va provocando y consigue que la violen”, sí, pero va más allá. Los sesudos machos que escriben en los manuales dicen que esta víctima desempeña un papel en la génesis del delito. Son agentes que intervienen, de forma voluntaria o no, en la creación del delito.

Este tipo de víctima es descrita porque lo que han hecho las víctimas es evitar las medidas fundamentales de autoprotección (medidas más encaminadas a complacer a las empresas que a la sociedad, sino que se lo digan a las compañías de alarmas). Ejemplo de este tipo de víctima es una persona que cruza sola un descampado en plena noche, que no cierra con llave su casa o que hace autostop para llegar a un destino, como fue el caso en España de la tortura, violación y asesinato de las tres niñas de Alcásser.

Se llaman víctimas participantes (también las llaman infungibles) su “participación en el delito” consta de no cerrar las vías de acceso al hogar, dejar a la vista un objeto valioso en el vehículo, camina a altas horas de la noche por un barrio peligroso, etc. Son personas que, dado su comportamiento, pueden facilitar su conversión en víctima de un delito o crimen, así de sesudos son estos valedores de la Criminología y la Victimología que la víctima es “esa cosa”.

Así estamos, en indefensión ante los intelectuales que dan cuenta de la misoginia que exhiben ante víctimas “que por hacer autostop las han matado, qué le vamos a hacer”, o “si es que se ponen la minifalda y van como putas”. Y como estas chicas van haciendo autostop o se ponen minifalda debe disminuir la sanción al delincuente que las ha matado, violado o el delito que sea, “la víctima se lo ha buscado y el pobrecito es el acusado”.

Queda mucho por hacer, tenemos unos fundamentos académicos anacrónicos, con unas miradas masculinas condescendientes y que está muy predispuesta a mantener sus ideas e ideologías, porque para nada unas mujeres violadas van a dar lecciones a unos sesudos escribidores que dan protagonismo delictivo a la víctima. La víctima no es un simple testigo, parece que es una aliada de los delincuentes. De esta forma las víctimas tienen lo de siempre, es decir, no recibir atención, información y respuestas adecuadas a su situación. Esta inseguridad se vincula con la falta de protección de las instituciones hacia la población, que se encuentra en un estado de indefensión ante la impunidad del delincuente.

Bibliografía:

https://www.boe.es/diario_boe/txt.php?id=BOE-A-2014-2643

https://www.boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A-1995-25444

https://www.mjusticia.gob.es/eu/ciudadania/registros/administrativos-apoyo-admon/concepto-naturaleza/registro-central-delincuentes

http://dspace.umh.es/bitstream/11000/3634/1/Martín%20González%2C%20Javier.pdf

https://www.ohchr.org/es/instruments-mechanisms/instruments/basic-principles-and-guidelines-right-remedy-and-reparation

https://www.boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A-2015-4606

https://www.ehu.eus/documents/1736829/2028519/08+-+Impacto+psicologico.pdf

https://repositorio.ucam.edu/bitstream/handle/10952/573/Aproximaci%C3%B3n%20psicol%C3%B3gica%20%20a%20la%20victimolog%C3%ADa.%20C%C3%A9sar%20Augusto%20G%C3%ADner%20Alegr%C3%ADa%20.pdf?sequence=1

http://revista.cleu.edu.mx/new/descargas/2001/Articulo10_civtimologia_basica.pdf

https://rua.ua.es/dspace/bitstream/10045/2355/1/TEMA%201%20on_line.pdf https://www.derechopenalenlared.com/libros/victimologia-estudio-de-la-victima-luis-rodriguez-manzanera.pdf

https://www.academia.edu/19993220/Del_asesinato_considerado_como_una_de_las_bellas_artes

https://repositorio.ucam.edu/bitstream/handle/10952/573/Aproximaci%C3%B3n%20psicol%C3%B3gica%20%20a%20la%20victimolog%C3%ADa.%20C%C3%A9sar%20Augusto%20G%C3%ADner%20Alegr%C3%ADa%20.pdf?sequence=1

1.- “El delincuente honrado (1773), de Gaspar Melchor De Jovellanos” por José Calvo González, Catedrático de Filosofía del Derecho. Artículo Lacrimae & Luminos.

2.- “La Mirada Excéntrica. Una educación desde la mirada de la víctima “de Fernando Bárcena y Joan Carles Mélich, en Etica para las Víctimas, ed. Anthrotos, 2003.

3.- La victimización del delincuente, VIII Cursos de Verano en San Sebastián, por Gerardo Díaz Landrove 1990, Dialnet, ISBN 84–7585–241–6, págs. 149–158.

4.- Evolución desde el crimen al delincuente y a la víctima (Aproximaciones diacrónicas y sincrónicas a la Política Criminal”. Antonio Beristain, ANUARIO DE DERECHO PENAL Y CIENCIAS PENALES (1999)

5.- Rearme punitivo en la moderna sociedad del riesgo: Miguel Ángel Iglesias Río. Revista General de Derecho Penal, ISSN-e 1698–1189, Nº. 17, 2012

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