La mal entendida “libertad de expresión”
Esta pandemia que hemos vivido nos ha tocado varias fibras sensibles sociales entre ellas la libertad de expresión. La libertad de expresión entendida como:
La libertad de opinión y la libertad de recibir o de comunicar informaciones o ideas sin que pueda haber injerencia de autoridades públicas y sin consideración de fronteras.
Va mucho más allá de la típica frase que dice:
“es mi opinión y la respetas”
Y aquí ya tenemos la primera confusión porque se respetan las personas, no las opiniones.
Que durante la pandemia se hayan extendido diversas mentiras, bulos y desinformaciones, por medios de comunicación masiva y redes sociales, dando pábulo a charlatanes profesionales, con una amplia trayectoria por años vendiendo en sus propias empresas productos tóxicos para la salud, conferencias y formaciones que nada tienen que ver con el rigor en la salud, no es una opinión, es un hecho.
Asociaciones como “médicos por la verdad”, “soberanía y salud” y como el COMUSAV han emergido en esta pandemia, con el aval de algunos médicos, para dar cuenta de sus ideas irracionales sobre diversas cuestiones en medicina. Empresas y asociaciones también han ido más allá formando grupos provinciales para extender y divulgar las irracionalidades de los ciudadanos soberanos como gran verdad revelada. Algo que han utilizado los charlatanes profesionales que llevaban años vendiendo productos relativamente perjudiciales y que han visto qué es un nicho de mercado, se ha ampliado, se ha extendido, y que ahora cuentan con unos apoyos sociales y empresariales que antes de la pandemia no tenían.
Otro ejemplo que también ha tocado la libertad de expresión ha sido el último juicio que ha tenido el charlatán de extrema derecha de Estados Unidos llamado Alex Jones, su juicio cuya sentencia en firme ha dictado que tiene que pagar una indemnización cuantiosa a una familia de padres víctimas de la matanza del colegio Sandy Hook.
Dos ejemplos bastante exuberantes por los que la la frase de que la libertad de expresión “lo admite todo” no parece que sea tan explícita.
Nos encontramos que en la pandemia han amanecido nichos de mercado con unos productos claramente nocivos para la salud como es la lejía, y de la cual asociaciones de médicos incluso han hecho una campaña muy grande para promover este producto, han emergido muchas empresas que producen el producto en muchos países tanto en Europa como en América. Las redes sociales se han puesto al servicio de estos nichos de mercado para promocionar la venta de diversos productos que nada tienen que ver con la salud y si con las irracionalidades.
Con el tema de Alex Jones nos encontramos que este señor por años llevaba diciendo que la matanza de Sandy Hook no se había producido, que los padres eran actores de crisis, y que por lo tanto lo único que querían estos actores era sacar dinero, tener su espacio en medios de comunicación y redes sociales de Internet para perjudicar la 2º Enmienda de USA, esa enmienda que da aire a portar armas. Al final unos padres dijeron hasta aquí ha llegado Alex Jones, no puede ser que mientras tanto y que tengas esa impunidad al mentir, no puede ser que hayas hecho negocio con nuestro dolor. En el juicio se vio que Alex Jones llegó a ganar hasta 800 mil $ diarios vendiendo este tipo de mentiras (junto a otro tipos de productos para ensalzar la masculinidad blanca) como que la matanza de Sandy Hook no se había producido, y todo esto llevó a que se inicien una serie de juicios contra Alex Jones para dar cuenta de que la libertad de expresión termina cuando se injuria.
Pero es que también se tropieza con la libertad de expresión cuando no se hace con rigor y cuando se enfrenta con otro derecho fundamental como es el derecho a la información y el derecho a los beneficios de la ciencia.
Respecto a Alex Jones, tras la sentencia que salió en la cual le indicaron que tenía que pagar casi 50 millones de dólares, un abogado de familia Mark Bankston le dijo:
“La expresión es gratis”, dijo, “pero las mentiras hay que pagarlas”.
Algunos medios de comunicación han hecho la pregunta retórica:
¿Es el juicio de Alex Jones sobre los derechos de libertad de expresión?
El sitio web Infowars, de extrema derecha de A. Jones, y su empresa matriz se han dedicado a difamar por años, a todo aquel que no estuviera en sintonía con sus ideas misóginas, racistas y xenófobas. La vehemencia de sus enunciados, las mentiras de sus alegatos, siempre en base a sentirse protegido por la primera enmienda, aún sabiendo que las declaraciones que hacía eran falsas, no impidió que sus declaraciones fueran escuchadas como mínimo 10 millones de oyentes diarios. Incluso algunos de esos oyentes llegaron a acosar a los padres víctimas del colegio Sandy Hook porque Alex Jones les había manipulado informativamente tanto, que estos acólitos de Jones se sintieron con la misión moral de ir a acosar a los padres víctimas de la matanza del colegio Sandy Hook.
El abogado de Jones, Andino Reynal, estaba insistiendo que era un caso crucial para la libertad de expresión. El propio Jones haciendo gala de victimismo voraz dijo:
“Si se prohíbe cuestionar los eventos públicos y la libertad de expresión porque podría herir los sentimientos de alguien, ya no estamos en Estados Unidos”
Lo que no contaba Alex Jones es que la difamación nada tiene que ver con la libertad de expresión, y encima cuando estaba ganando tantísimo dinero difamando.
Una difamación es una declaración falsa de un hecho público generalmente a través de los medios de comunicación. Esta difamación tiene que haber causado un hecho doloso real a la reputación de alguien.
Entonces, Alex Jones con sus difamaciones de los padres de víctimas de la matanza del colegio Sandy Hook lo que estaba haciendo era difamar, ganando dinero de esas difamaciones, es decir, explotando el dolor de estas personas víctimas de aquella matanza como algo de lo que sacar un lucro.
Una personalidad provocadora como la de Alex Jones, que él incluso fomenta con algunas estrategias teatrales, da cuenta de que Jones es un showman al servicio de las teorías de la conspiración, utiliza sus altavoces mediáticos para propagar cualquier idea como si de un virus se tratara. La lista es interminable desde que las vacunas causan autismo, que Estados Unidos posee armas meteorológicas capaces de crear tornados y moverlos, por supuesto los políticos que no son de su afinidad son los malos malísimos, que Obama era incluso el líder mundial de Al Qaeda, y por supuesto que la matanza del colegio Sandy Hook no se produjo. Todo esto día por día machacando en sus más de 200 emisoras de radio canales de Internet y demás modos de difusión masiva de estas mentiras. Difamaciones, bulos y desinformaciones presuntamente amparado por la 1ª Enmienda de la Constitución de USA, la de la libertad de opinión, para fortalecer la 2ª Enmienda, la de las armas.
Respecto a la difamación sobre los padres del colegio del colegio Sandy Hook, Alex Jones se inventó que esa matanza no se había producido, que actores de crisis fueron los que habían realizado esa puesta en escena, estos padres víctimas de esta matanza lo que querían era quitar la Segunda Enmienda.
Las armas que tanto le gustan a gente como Alex Jones, no le ayudaron en el juicio cuando se le iban desmontando una por una cada mentira que había ido soltando por años en su canal InfoWars.
El victimismo de Alex Jones estaba servido cuándo salió la condena que tenía que pagar 50 millones de dólares a dos de los padres de los niños asesinados en diciembre de 2012 en la escuela elemental Sandy Hook.
Personalmente espero que los sucesivos juicios, que están ya en marcha, le lleven al cierre de la página web infoWars y su empresa Free Speech Systems, propietaria del sitio web y con la que factura millones difundiendo desinformación desde 1999. Alex Jones salió en el juicio no con la vehemencia que nos tenía acostumbrados, protestó varias veces contra la demanda, alegando que todo eso afectaba a la libertad de expresión y a la libertad de prensa. No coló.
Las fake news se han hecho con un nicho de mercado muy grande algo que los servicios jurídicos no pueden hacer frente de momento.
El rigor y la veracidad sobre la salud ha sido cuestionado en esta pandemia que nos ha tocado vivir tan novedosa con algunas consecuencias fatales para muchísimas familias del planeta.
Las personas que ya tenían empresas o tenían un camino hecho en redes sociales sobre presuntas curas milagrosas ante cualquier enfermedad o trastorno, se han enriquecido todavía más vendiendo mentiras, bulos y desinformaciones.
La negación de la pandemia, el ataque constante a las medidas sociales tomadas en todo el planeta, ojo, algo que no tiene en cuenta estos promotores de los delirios antipandémicos, que no tienen en cuenta que las medidas se tomaron a nivel planetario. Los mensajes antivacunas, la difusión de tratamientos que se han visto claramente que no “curan” la covid-19, la difamación directa a algunos investigadores y personas que han estado trabajando en diversos hospitales tratando enfermos.
Todo esto se ha visto agravado por la complicidad de algunos medios de comunicación que se ha visto claro que no han tenido respeto a la verdad, que no han estado abiertos a la investigación de los hechos, que no han perseguido la objetividad, que no han contrastado las fuentes ya sean académicas, periodísticas, legales, etcétera, que no han diferenciado con claridad entre información y opinión, que no han sabido enfrentar las versiones sobre un hecho, que muchas veces no han respetado la presunción de inocencia, y la mayoría no han rectificado las informaciones erróneas.
Así que nos encontramos en una pandemia de desinformación que supera los afrontamientos más estoicos humanos. Algo que Christian Pérez, @christianperez ha plasmado de manera magistral en su libro “Una pandemia de desinformación”.
Cuando los Derechos Humanos como es la libertad de expresión son utilizados hasta el punto de denostarlos para vender mentiras, bulos, desinformaciones y otras formas de manipulación coercitiva, no estamos ante la libertad de expresión, estamos ante la sumisión y el sometimiento que produce la opresión del sectarismo social, político, empresarial o cualquier forma interesada de controlar a un sector de la población.
Bibliografía:
http://www.medicosypacientes.com/sites/default/files/INFORME%20ClO2.%20y%20ANEXOS_FINAL.pdf
https://disidentia.com/alex-jones-difamacion-o-libertad-de-expresion/