La escritura venenosa

Mati Matarredona
26 min readDec 21, 2023

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En la segunda entrada de esta serie titulada “Encíclicas venenosas” terminé indicando que a la jerarquía de la iglesia no les gustó que parte del movimiento obrero iniciado con la Revolución Industrial estuviera consiguiendo algunos éxitos y que la “iglesia no tuviera el protagonismo que se merece”. Así que León XIII (que llegó al papado en 1878 y estuvo hasta 1903) en 1891 publicó su encíclica Rerum Novarum (“De las cosas nuevas” y por extensión “De los cambios políticos”) que entre otras cosas condenaba el socialismo por materialista y antirreligioso.

Esa emergencia de instituciones laborales protegiendo al obrero, esas asociaciones de profesionales que se estaban asentando tenían que tener un faro religioso cristiano, para eso está la industria de la religión cristiana, que no a perder pasada de darse protagonismo, y tras un fallido Concilio Vaticano I en que sólo dio tiempo a dejar clara una herejía y una “infalibilidad papal” muy reciente y sustanciosa. Con una infraestructura educativa basada en Tomás de Aquino y algunas cuestiones de diplomacia con otros países aprovechando esa “Paz armada”. Con una pena infinita porque los Estados Pontificios no existían, Gioacchino Vicenzo Raffaele Luigi Pecci, alías León XIII, escribió una popular carta a los obispos que ha sido el inicio de un partido político llamado hoy en día “Democracia Cristiana”.

La encíclica solicitaba todo lo que el movimiento obrero estaba demandando, incluido los socialistas, sin los socialistas. Entre otras cuestiones que el movimiento obrero solicitaba estaban:

  • Sufragio universal.
  • Proponer una igualdad legal y social.
  • Separación de poderes.
  • Defender la República como forma de Estado.
  • Que la fuerza del trabajo del hombre no sea considerada una mercancía.
  • Reconocer el derecho de los trabajadores a constituir sus propias asociaciones (Derecho a la Asociación laboral). El derecho de asociaciones profesionales.
  • Días de descanso.
  • Prohibición del trabajo infantil.
  • Protección a la mujer trabajadora.
  • Reconocimiento del salario justo.
  • La aprobación de leyes que garantizan la seguridad en las fábricas.
  • La prohibición de que las mujeres y los adolescentes trabajen en minas.
  • El surgimiento de sistemas de seguridad social.
  • El Estado como mediador en las relaciones entre patronos y obreros.

Grosso modo estas eran las reivindicaciones que hizo el movimiento obrero a lo largo de los años de los siglos XVIII y XIX. En la encíclica Rerum Novarum de León XIII se añadieron algunas más. Esas demandas que hacía la industria de la iglesia estaba dirigida a un público que notaba los cambios sociales que se estaban produciendo y no contaba con la religión cristiana, en esa sociedad que estaba naciendo la iglesia quería tener un papel protagonista. Las demandas de la industria de la iglesia eran:

  • Frente al socialismo y al liberalismo capitalista extremo León XIII propone que se adopte el principio de colaboración entre clases.
  • Condena la lucha de clases.
  • Enfatiza en que la propiedad privada es un derecho natural, dentro de los límites de la justicia “divina”.
  • Condena al capitalismo como causa de la pobreza y degradación de muchos trabajadores.
  • Atribuye al Estado la misión de promover el bien público y el bien privado, aunque le atribuye un carácter suplementario y secundario respecto de la iniciativa privada.
  • Destaca el aspecto cristiano del socialismo aunque lo condena por materialista y antirreligioso.
  • Recomienda a los obreros que organicen partidos socialistas católicos propios y uniones de trabajadores bajo los principios católicos.

El tono paternalista de la encíclica Rerum Novarum tenía varios objetivos, uno de ellos era unificar las asociaciones de obreros católicas que salieron durante esos años. La iglesia había estado años pidiendo a los obreros “resignación” ante las tropelías de los patronos, se dio cuenta que la resignación y el sufrimiento cristiano no iba a proporcionar ese consuelo cristiano que tanto pregonaban en las homilías.

“Despertando el prurito revolucionario” se inicia fuerte la encíclica. Prurito es picazón, algo que no es bueno, algo que manifiesta una enfermedad subyacente que está llegando a la economía.

https://www.vatican.va/content/leo-xiii/es/encyclicals/documents/hf_l-xiii_enc_15051891_rerum-novarum.html

La economía es algo que ha interesado mucho a la industria de la iglesia. La maleficencia viene dada cuando relaciona “la mayor confianza de los obreros en sí mismos y la más estrecha cohesión entre ellos, juntamente con la relajación de la moral”, son palabras muy estudiadas para que vaya calando el adoctrinamiento porque es algo que está perturbando y mucho a los “doctos, sabios, legisladores, gobernantes y a la industria de la iglesia”.

Estos mandamases de la industria de la religión cristiana no iban a ser menos en echar la culpa de la situación a los obreros, los más vulnerables y estos asuntos de explotación laboral. La miseria humana del pala León XIII quedó clara ya en el primer párrafo de esta venenosa encíclica.

En el siguiente párrafo comenta: “Es difícil realmente determinar los derechos y deberes dentro de los cuales hayan de mantenerse los ricos y los proletarios, los que aportan el capital y los que ponen el trabajo”.

Utiliza la palabra proletariado sabiendo que en la Roma imperial, los proletarii eran los ciudadanos de la clase más baja, que no tenían propiedades y cuya única utilidad para el Estado era generar proles ‘hijos’ para engrosar los ejércitos del Imperio. Se retomó ese término en 1848 para designar a los obreros de la sociedad capitalista del siglo XIX, quienes no tenían, tal como los proletarios romanos, nada que ofrecer a la sociedad, excepto su fuerza de trabajo y su prole para reproducir las relaciones capitalistas de producción. Reconoce que es urgente proveer el bien a las gentes de condición humilde y que las relaciones comerciales de toda índole se hallan sometidas al poder de unos pocos que ha puesto el yugo de la esclavitud a los proletarios. Pero es una falsa ilusión de comprometerse con los proletarios, ahí viene el punto 2 que ya es toda una declaración de intenciones.

Pone a los socialistas como el enemigo que quiere quitar la propiedad privada y depositarla en manos de unos gobernantes que “distribuirán por igual las riquezas”. Para reforzar que el socialismo no trae soluciones indican que eso sería perjudicial para las clases obreras, y como lo dice el papa, no se rechista. Alega que estas medidas socialistas son violentas porque alteran las naciones, llevaban con movimientos bélicos casi dos siglos, pero eso son minucias.

En el apartado 3 explica por qué “el socialismo es malo” para la clase trabajadora, poniendo el “hipotético caso” que un trabajador en ese momento pudiera alcanzar a comprarse “una finca” con el esfuerzo de su trabajo, ya que los socialistas vendrían y le quitarían esa finca.

La mentira que se han creído por los siglos de los siglos está en el cuarto punto: “El poseer algo en privado como propio es un derecho dado al hombre por la naturaleza” y para dar énfasis a la mentira alega que esta es una diferencia entre el “hombre” (entendido aquí como la especie homo sapiens) y los animales. Que el hombre posea razón o inteligencia (ojo que no dice nada de la fe) le confiere un derecho estable y permanente de poseer bienes que se usen y se consumen.

El punto cinco ahonda más en eso que llama “la naturaleza del hombre” y ahí ya pone la inteligencia y la ley eterna (la ley eterna es esa ley descrita por Tomás de Aquino, recuerdo que todo lo que hizo León XIII antes de esta encíclica es establecer la filosofía tomista). Estar sometido además a la ley eterna y bajo el poder de Dios le da para elegir. Bueno pues, esa ley eterna que según Tomás de Aquino es una ley que nos es desconocida porque está en la mente divina, pero que se nos da a conocer mediante la razón natural. Esa ley eterna que es la razón divina, hace que la bondad de la voluntad humana depende mucho más de la ley eterna que de la razón humana, todo muy tomista.

En el punto seis tenemos más fantasías divinas justificativas de los desmanes de los poderosos a lo largo de la historia: “Pues se dice que Dios dio la tierra en común al género humano no porque quisiera que su posesión fuera indivisa para todos, sino porque no asignó a nadie la parte que habría de poseer, dejando la delimitación de las posesiones privadas a la industria de los individuos y a las instituciones de los pueblos”.

En el punto 7 tenemos otra justificación divina de “origen natural”, sí, según esta autoridad infalible las posesiones privadas son conforme a la naturaleza. Sobre todo las posesiones que iba acumulando la industria de la iglesia a lo largo de los siglos. Más teniendo en cuenta que León XIII estuvo en el papado sin los Estados Pontificios que tanta pena había causado a Pío IX.

El punto 8 se dedica a declarar la fuerza de sus argumentos, por la autoridad que le ha concedido la infalibilidad, porque esto es como hablar con los terraplanistas. Fundamenta en la naturaleza unos supremacistas discursos en base “a una ley natural” que refuerza ese derecho. Eso sí, las leyes divinas también dicen que no hay que desear lo ajeno.

En el punto nueve tenemos las pautas a seguir de lo qué es una familia y de cómo el hombre “es el proveedor”, y que la familia es una sociedad doméstica que viene de una “santísima ley de naturaleza”.

En punto 10 ya tiene la miga que muchos ahora exhiben porque consideran que “nadie debe meterse en una familia”.

Y los malvados socialistas, quienes no hacen caso a nadie, hacen intervenir a los poderes públicos obrando contra la justicia natural y destruyendo la organización familiar a la mínima que pueden, porque eso de reclamar derechos para la clase obrera “tiene que pasar por las ordenanzas eclesiásticas”.

El punto 11 habla de la inviolabilidad de la propiedad privada y de cómo los socialistas quieren provocar situaciones abyectas y miserables. Cuando dice: “Se abriría de par en par la puerta a las mutuas envidias, a la maledicencia y a las discordias;”, como si eso no pasara antes de la aparición del “socialismo”. Cuando dice: “Quitado el estímulo al ingenio y a la habilidad de los individuos, necesariamente vendrían a secarse las mismas fuentes de las riquezas, y esa igualdad con que sueñan no sería ciertamente otra cosa que una general situación, por igual miserable y abyecta, de todos los hombres sin excepción alguna.”, como si la iglesia durante milenios no hubiera quitado el ingenio y la habilidad a los individuos en base a unas opresiones que dejaban la libertad del humano a merced de los caprichos del clero de turno. Para colmo dentro de esa autoridad infalible se atreve “a explicar dónde debe buscarse el remedio que conviene”.

En el punto 12 ya se ven los “sí, pero no” que tanto gustan a los que escriben estas encíclicas. Para buscar soluciones en eso de los derechos del proletariado no hay que dejar de lado a la industria de la iglesia porque la iglesia es la que instruye la inteligencia y encauza la vida con sus preceptos. Y ahí tenemos el ”sí, pero no”: el Sí: “desea ardientemente que los pensamientos y las fuerzas de todos los órdenes sociales se alíen con la finalidad de mirar por el bien de la causa obrera de la mejor manera posible,”. El “pero no”: “y estima que a tal fin deben orientarse, si bien con justicia y moderación, las mismas leyes y la autoridad del Estado”. No dice nada de cómo debe comportarse la industria de la iglesia.

En el punto trece se dice que hay que respetar la condición humana. Es que sin condición humana se les acaba el chollo a los de esta empresa eclesial. Alegan que los esfuerzos de los socialistas para respetar esa condición humana no sirven porque van contra la naturaleza de las cosas, y los hombres son diferentes en talentos, habilidad, salud, fuerzas, fortunas, diferentes posiciones sociales. Y para eso pone una cita que justifica que el humano tenga que sufrir y padecer porque las incomodidades de la vida “son naturales”. Si alguien dice que las clases humildes pueden tener una vida exenta de dolor es fraude. Solo se puede dar un oportuno alivio de los males. Bueno, es que no puedo expresar con palabras lo que siento ahora. Estos con su autoridad papal no querían que los pobres pudieran tener siquiera una cama digna, un techo sin goteras, un papel dónde escribir, y lo dicen sin tapujos.

El punto 14 vuelve a ser un “Sí, pero no” con metáforas de puzzles corporales. Diciendo una verdad a medias “ni el capital puede subsistir sin el trabajo, ni el trabajo sin el capital” este ilustre gestor de la industria de la iglesia cristiana católica piensa que ha llegado al meollo de la cuestión, cuando no es así. Esta es una frase que se utiliza para explotar aún más al trabajador.

El punto 15 da las órdenes a los proletarios, y la falla está en eso que dice de: “cumplir íntegra y fielmente lo que por propia libertad y con arreglo a justicia se haya estipulado sobre el trabajo”, cuando los condicionantes contextuales hacen que la persona muestre una extrema vulnerabilidad no hay libertad que valga. Por supuesto indica que “no dañar el capital ni ofender a la persona de los patronos”. Así las cosas los proletarios pueden tener todas las indignidades que se les ocurran a los jefes porque lo ha dicho la autoridad infalible papal.

Sigue el punto 15 que son las órdenes para los patronos y dice: “no considerar a los obreros como esclavos;” y que el obreto tenga un espacio idóneo para atender las cuestiones de “la piedad”

Termina el punto 15 diciendo a los patronos que no engañen a los trabajadores. Es que esto es de risa. Todos los movimientos obreros que se iniciaron desde el siglo XVIII estaban movilizados porque los patronos estaban engañando constantemente a los trabajadores, incluso esclavizando a la infancia. Pero como el papa infalible ha puesto en una encíclica que “no se engañe al proletariado” ya es palabra santa. Es horrible.

El punto 16 noes más que una retahíla de palabras sobre dogmas, sobre seres que no existieron y sobre cosas que los seres que no existieron no hicieron, pero hay que rellenar con verborrea fantástica de seres imaginarios que hacen cosas en este caso sobre el porqué a los cristianos les luce el sufrimiento.

En el punto 17 le dice a los ricos que el dinero no trae la exención del dolor ni la felicidad eterna. Les indica que hay que saber manejar el dinero, y recuerda que poseer bienes privados es un derecho natural del hombre, eso sí, tiene que ser una propiedad privada “común” que lo dijo el apóstol. Prosigue diciendo que hay que dar limosna. Lo que sobra hay que darlo a la industria de la iglesia para que la caridad de esta empresa reparta como ministro de la providencia divina.

El punto 18 dice que si eres pobre no hay que avergonzarse, que ese amigo imaginario que no existió y del cual dicen que hizo muchas cosas que no pasaron también era pobre.

En el punto 19 hay una soberbia verborrea sobre las cuestiones de la voluntad de dios, de cómo baja a los ricos y sube a los pobres en base a un alejamiento de la soberbia, ya que tanto los ricos como los pobres tienen que unirse entre sí.

En el punto 20 tenemos más verborrea que dice que los ricos y los pobres tienen que unirse en amor fraterno porque los dones de la gracia divina son del linaje humano. Que todo eso lo dice la filosofía cristiana, haciendo eso se acabaría con la lucha de la sociedad civil.

En el punto 21 tenemos más exaltaciones a los delirios de grandeza de la industria de la iglesia católica. Consideran que ellos tienen las soluciones para los problemas porque “ella tiene el verdadero poder que es infundido por dios”. Para justificarlo vuelve a recurrir a cosas que no pasaron a personajes que no existieron porque si no se hace “la curación como ellos dicen” es corrupción.

En el punto 22 expone cómo los proletarios están guiado por la iglesia hacia la virtud

Sigue el punto 22 diciendo lo buena gestora de la caridad que ha sido la iglesia durante milenios y que como están llenos de las enseñanzas de ese personaje que no existió son los únicos capaces de utilizar la caridad cristiana “como se debe”.

Pero para que esa caridad sea mejor gestionada hace falta que “los hombres pongan de su parte”.

El punto 23 es para decir al Estado lo que tiene que hacer, y en una alegato que hoy se podría decir “neoliberal” da cuenta de dónde salen sus “argumentos” que son:

  • lo que más contribuye a la prosperidad de las naciones es la probidad de las costumbres,
  • la recta y ordenada constitución de las familias,
  • la observancia de la religión y de la justicia,
  • las moderadas cargas públicas y su equitativa distribución,
  • los progresos de la industria y del comercio,
  • la floreciente agricultura y otros factores de esta índole,

El punto 24 continúa con las labores del Estado y tiene otro “sí, pero no”. Indica que el Estado tiene que atender a los trabajadores, el pero viene cuando indica: “De ahí que entre los deberes, ni pocos ni leves, de los gobernantes que velan por el bien del pueblo, se destaca entre los primeros el de defender por igual a todas las clases sociales, observando inviolablemente la justicia llamada distributiva”.

El punto 25 pone la estructura de la sociedad. Aunque dice claramente: “es verdad incuestionable que la riqueza nacional proviene no de otra cosa que del trabajo de los obreros”, no considera que los obreros tengan que tener un estilo de vida digno, solo indica que “El Estado no debe permitir que los trabajadores no vivan en la miseria”.

El punto 26 es otro argumento de los neoliberales con la “libertad de obrar”. Se puede resumir en un “si hay ganancias que sea privadas y si hay pérdidas que las pague el Estado”, eso sí, pone la justificación de las leyes que no tienen que ser excesivas para no coartar esa libertad individual ni de las familias que lo dice la suprema ley, la razón la filosofía y la fe cristiana.

El punto 27 dice que es el Estado el que se tiene que encargar de “la muchedumbre desvalida” y rodear de singulares cuidados y providencia a los asalariados.

El punto 28 vuelve a tratar la propiedad privada y de cómo el EStado debe protegerla, sobre todo: “la autoridad del Estado y, frenando a los agitadores, aleje la corrupción de las costumbres de los obreros y el peligro de las rapiñas de los legítimos dueños.”

Como buenos liberales el punto 29 dice que las huelgas son malas, que es mejor no hacer huelga.

En el punto 30 pone un día de descanso para que se vaya a hacer las cosas con ese amigo imaginario llamado Dios y que y que es el Estado el primero que tiene que “tutelar los bienes del alma”.

El punto 31 trata de la jornada laboral diaria, de los trabajos de los niños y las mujeres (nacidas para las labores domésticas), los niños no deben entrar a los talleres “antes de que la edad haya dado el suficiente desarrollo a su cuerpo, a su inteligencia y a su alma”, no dice que se elimine el trabajo infantil, no dice cuántas horas, habla de no sobrepasar “el límite”. ¿Dónde está ese límite?

En el punto 32 se habla de salarios y de que si no se cumple por parte del patrón o del trabajador entonces sí que intervenga un juez equitativo en última instancia, antes se tiene que solucionar por medios/asociaciones privadas.

El punto 33 deja claro “como tiene que ser la familia”, que esa familia tiene que ahorrar para adquirir un patrimonio porque la propiedad privada es lo primero, y “que la masa obrera” tenga propiedades es una forma “equitativa distribución de las riquezas”.

Sigue la perorata echando la culpa a que “la violencia de las revoluciones civiles ha dado dos clases de ciudadanos”. Qué les gusta una bipolaridad a estos mandamases de la industria de la religión cristiana. Dejando claro que los alborotadores son los pobres, que alborotar tanto como que no.

Pone soluciones para que “las masas” no se alboroten y es darle la esperanza de adquirir algo vinculado con el suelo, esta mentirosa solución es la zanahoria que han puesto para que “el obrero esté calladito mientras el patrono lo aisla, embrutece y abusa”. En unas reivindicaciones sobre las consecuencias de la nefasta gestión política y económica de la Revolución Industrial, al papa se le ocurre “que el pobre pueda acceder a comprar tierra para labrarla”. Y todo encima, con la excusa de que los obreros tengan acceso a la compra de tierras, que no haya muchos impuestos, no vaya a ser que los ricos tengan que pagar impuestos y eso no.

El punto 34 está dedicado a alabar a las sociedades de profesionales y ponerlas en un lugar preferente como una evolución de los antiguos gremios. Eso sí, antes ha puesto tres líneas y media a hablar de las sociedades de socorros mutuos

El punto 35 se inicia diciendo que la sociedad pública porque los hombres se unen para formar un pueblo o nación. Pero da el salto cósmico cuántico a decir que las sociedades que se forman dentro de la sociedad pública son sociedades privadas exclusivamente para el bien privado.

Sigue el punto 35 poniendo la magia de la charlatanería justificativas de “leyes naturales emanadas de ese amigo imaginario llamado Dios”. Y como en todas las encíclicas y con esa autoridad infalible tiene la indignidad de decir qué tiene que hacer o no el Estado ante los despropósitos que la sociedades privadas, formadas en el seno de las propiedades públicas, porque “la propiedad privada emana de la ley natural y está conforme con la recta razón y con la ley eterna de Dios”. Impecable la ida de olla que se marca el cachondo del papa aquí.

El punto 36 es una chusca publicidad a las diversas organizaciones que se han formado en la industria de la religión cristiana. Vuelve a meter ese “derecho natural” que da a la iglesia autoridad para que estas organizaciones estén bajo su potestad. Por eso las autoridades civiles no pueden decir ni media. Aquí tenemos esa poderosa persuasión coercitiva. Esa miseria inhumana que prevalece en el seno de esa industria de las religiones que no están dispuestas a ponerse bajo los Estados. De aquí salen por qué cuesta tanto meter en vereda al clero en los casos de pederastia, entre otras cuestiones. El maldito punto 36 lo dice bien claro, el Estado no debe inmiscuirse en las cuestiones de la iglesia, pero sí debe respetarla “y conservarla”, y si se diera el caso defenderla de injurias. Poniendo por encima de todo la propiedad privada lo que está haciendo el miserable papa es poner los presuntos “bienes” que tiene la iglesia a salvo de sus propios abusos. Los propios integrantes del clero se estaban poniendo a favor de los poderosos para defender esa propiedad privada y seguir manteniendo a los obreros y pobres (la masa que este papa ha dicho) en la más inhumana indigencia porque el sufrimiento le gusta mucho a ese amigo imaginario que ponen como excusa para cometer los más abyectos crímenes.

El punto 37 pone teorías de la conspiración en marcha para dar publicidad a esas asociaciones de obreros católicas porque las otras asociaciones “son malas”.

El punto 38 insiste en proteger las relaciones entre obreros y patronos, eso sí, según los preceptos evangélicos. En estas relaciones los obispos están conformes. porque estas asociaciones están bajo la autoridad de los obispos. Los ricachones católicos tienen “caridad” y dan dinero de vez en cuando a estas asociaciones. Así que el estado tiene que proteger estas asociaciones, pero no se puede inmiscuir.

En el punto 39 encontramos la justificación divina del porqué las asociaciones obreras tienen que ser según los cánones que digan los de la industria de la iglesia porque las otras asociaciones no “alimentan el alma”. Una excusa perfecta para que se siga con los trapicheos y chanchullos eclesiásticos durante unos pocos siglos más.

Insiste en el origen divino que hay que poner en esas organizaciones de obreros que tienen que mantener el culto a ese amigo imaginario y para que aprendan a “amar y reverenciar a la empresa”. Vamos que la industria de la iglesia tiene que estar ahí con su propiedad privada y todo.

El punto 40 indica “que como ya está establecidas las leyes sociales en la religión” y se pone un poquito socialista cuando dice que hay que atender los acontecimientos del obrero como accidentes, enfermedad, vejez y cualquier infortunio. Que a los débiles hay que “tutelarlos” y para eso están las asociaciones católicas expertas en tutelar todo lo tutelable.

Prosigue el punto 40 indicando que han mirado en su bola de cristal cristiana, que les funciona muy bien porque se rige por la providencia de su amigo imaginario Dios, y han visto que “la caridad” es el camino porque la caridad está en la doctrina cristiana. Hablando “sobre la situación de los obreros” y según su bola de cristal se resuelve con la asociación de los obreros cristiano (si no son obreros cristianos parece que no tendrá resolución) que se han puesto al amparo de unas asociaciones con jefes prudentes.

Lo que tienen que hacer esas asociaciones católicas de obreros es atraer a esos obreros que no se asocian en asociaciones católicas. Indica cómo se tiene que inclinar la benevolencia de los trabajadores y las asociaciones a aquellos trabajadores que no están en asociaciones católicas.

En el punto 41 dice que ya ha dado las órdenes pertinentes y que cada cual se ciña a la parte que le corresponde. Eso sí, la religión es “la única” que puede solucionar las cosas porque los de la religión “lo valen” ya que tienen línea directa con el amigo imaginario.

Y para terminar expone que la caridad no debe dejarse a un lado, la caridad (la caridad entendida como: “lo que sobre de los jornales de los obreros se entregue a la iglesia”, y si los ricos tienen a bien entregar alguna prebenda)

Y así termina una de las encíclicas más venenosas que han escrito los hombres disfrazados de divinidad que se llaman “papa”.

La Iglesia quería seguir influyendo en la política, en la sociedad y en la educación, y recuperar poder. Para ello tenía que dejar claro su oposición al Estado en cuestiones de Educación y vida social. Por supuesto que considerar al socialismo un enemigo satánico para las supersticiones que guían la industria de la iglesia católica tuvieran un enemigo al que echar la culpa de todo (estrategia que se ha usado a lo largo de los milenios y no les ha ido nada mal).

Pío IX escribió una encíclica en 1861 en la que estaba mostrando su pesar porque:

“Esta civilización, mientras prodiga subsidios a personas e instituciones no católicas, despoja a la Iglesia de sus bienes más justos y utiliza todos los consejos y todas las artes para disminuir la eficacia saludable de la Iglesia misma.”

https://www.vatican.va/content/pius-ix/it/documents/allocuzione-iamdudum-cernimus-18-marzo-1861.html

La infalibilidad papal se votó el 18 de julio de 1870 en el Concilio Ecuménico Vaticano I (concilio ecuménico sin los dirigentes de los Estados), Pío IX despidió a los padres conciliares hasta el 11 de noviembre. Sin embargo, aquel mismo verano Roma caería en manos de los italianos y el concilio ya no se reanudaría.

Roma y los Estados Pontificios quedaron sin la protección de los franceses (debido al comienzo de la guerra franco-prusiana el 19/07/1870, el 02/09/1870 cae el ejército francés en Sedan, supuso el derrumbamiento del régimen de Napoleón III en Francia).

Las fuerzas armadas del Reino de Italia toman Roma el 20/096/1870 como parte del proceso de unificación italiana. Los Estados Pontificios ocupaban el centro de Italia con Roma como la joya de la corona, así que con esta maniobra se designa a Roma como la capital de la nueva nación que emergió el Reino de Italia. Vittorio Emmanuele II fue rey de Cerdeña de 1849 a 1861, y el primer rey de este Reino de Italia de 1861 a 1878.

La leyenda del “Prisionero del Vaticano” no es más que la obcecación papal de no conceder autoridad al Estado que había salido del Reino de Italia recién inaugurado. Duró 59 años. También esos movimientos de secularización que se venían dando desde el siglo XVIII eran una “perturbación” en los quehaceres papales. Los Estados Pontificios habían bloqueado esos esfuerzos por unificar la Península Itálica en un solo estado con la ayuda de Francia y Austria. Pío IX se negó a que “el papa” se mantuviera en la parte territorial de Roma llamada “Colina del Vaticano”, dentro de las murallas que construyó el papa León IV. Durante 59 años los papas se negaron a abandonar el Vaticano para no dar autoridad al gobierno italiano sobre Roma en su conjunto. Así que los papas Pío IX, León XIII, Pío X, Benedicto XV y Pío XI no salieron del Vaticano mientras fueron papas por el temor a que el Estado tuviera “tentaciones e interviniera”. Eso sí, Pío IX excomulgó al gobierno y al Rey de Italia Víctor Manuel II, rechazó la Ley de Garantías

En 1929 con el tratado de Letrán se acordó que el Estado Vaticano recuperara su autonomía. Este acuerdo fue llevado a cabo por el cardenal Pietro Gasparri (en representación del pontífice Pío XI) y el Primer Ministro Mussolini (que hablaría en nombre del monarca Víctor Manuel III) el terreno era muchísimo menor, pero esto es otra historia.

https://descubrirlahistoria.es/2014/02/los-pactos-de-letran/

Así que con los mimbres que tenía la industria de la iglesia católica, hizo lo posible por mantener su estatus por encima de los Estados y lo consiguió. Que estuviera 59 años con la “leyenda del Prisionero del Vaticano” en danza era una minucia para lo que pretendía conseguir. Lo consiguió. Los acontecimientos posteriores (la IWW y la IIWW) dan cuenta de ello.

Bueno, pues este repaso a esa encíclica venenosa titulada Rerum Noverum da cuenta de cómo la persuasión coercitiva de los dirigentes de la industria de la religión cristiana católica ha calado en los más altos estamentos de la política internacional.

La encíclica plantea la refutación de las tesis socialistas. Que en las propuestas socialistas hubieran aspectos que indicaban que los obreros tenían que tener mejoras en los aspectos laborales y en su vida en general, y que eso no se le hubiera ocurrido a la iglesia antes, debido al poder que estaban perdiendo ante las asociaciones de obreros que estaban emergiendo desde el inicio de la Revolución Industrial puso manos a la obra para construir una “Doctrina Social de la Iglesia” que fuera una guía de autoridad “irrefutable” ante los acontecimientos que se vislumbraban en el horizonte internacional.

La condena al capitalismo liberal vigente y a la revolución socialista que la curia consideraba amenazante. En toda la encíclica se percibe un rechazo de la modernidad. defender la causa de los proletarios contra los abusos de los patronos insistiendo en que la propiedad privada es sagrada porque hay un derecho natural, emanado de un amigo imaginario que impone una serie de condiciones constantemente.

La Rerum Novarum de León XIII en 1891 vino a suavizar la avalancha dialéctica que se marcó Pío IX en 1849 en la encíclica “Nostis et Nobiscum”.

Pero no es desconocido para vosotros, Venerables Hermanos, que los principales artífices de esta perversa maquinación pretenden en última instancia presionar al pueblo, agitados por todo viento de doctrinas perversas, para subvertir todo el orden de las cosas humanas y arrastrarlas a los abominables sistemas del nuevo Socialismo y Comunismo.

https://www.vatican.va/content/pius-ix/it/documents/enciclica-nostis-et-nobiscum-8-dicembre-1849.html

Los vientos políticos amenazaban el estilo de vida de los Estados Pontificios, con Roma en su epicentro, y León IX culpaba de ello al “Socialismo y Comunismo” que estaba dejando unos escritos como el de C. Marx y Engels en 1848 que perturbaban al clero. Mientras la península italiana estaba dividida en siete reinos o estados independientes conformados por:

  • el Piamonte con la hegemonía de Saboya;
  • el reino Lombardo-Véneto dependiente de Austria;
  • los Ducados de Parma, Módena, Toscana gobernados por los austríacos y
  • los estados pontificios gobernados por el papa.

En 1861 se proclamó el nuevo Reino de Italia bajo el gobierno de Saboya y con Víctor Manuel II como rey de Piamonte-Cerdeña quien desempeñaba como representante de los terratenientes y los burgueses. Es 1870 con la victoria alemana en la Guerra Franco-Prusiana cuando Venecia y Roma (Estados Pontificios) se integraron al nuevo país.

A Pío IX le tocó vivir todo esto, le tocó cambiar sus posturas liberales del principio del su papado por otras posturas más conservadoras a partir de 1850. Le tocó vivir cómo se quedaba sin los Estados Pontificios en 1870. Eso sí, pudo sacar partido al Concilio Ecuménico Vaticano I (al cual no acudieron representantes de las naciones) con su logro de la “infalibilidad papal”.

Bibliografía:

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